Blogia

Por Alberto Velázquez López y Ada Bertha Frómeta Fernández

LA CRÓNICA COMO CREACIÓN CULTURAL EN CUBA: APUNTES BREVES PARA UN ENCUENTRO DE CRONISTAS

 “Los  hechos legítimamente históricos son tales,
que cada uno en sí, a más de reflejar en todo la naturaleza humana, refleja
especialmente los caracteres de la época y la nación en que se produce; y dejan
de ser fecundos, y aun grandiosos, en cuanto se apartan de su nación y de su
época.”[1]



José Martí



 



Mi
saludo lleno de afectos para todas y todos los asistentes al este encuentro de
cronistas sabiendo que somos defensores de la historia, las colectividades e
identidades nacionales y de la localidad que nos alimentan con su ir y venir de
manos, ideas y sueños compartidos.



Los
amantes de la crónica tenemos la misión de dejar para las futuras generaciones
la historia escrita o descrita con el deber de hacerlo bien, todo lo mejor
posible para que puedan apreciar cómo vivimos, creamos y recreamos nuestra
cultura, solo si les dejamos bien escrita la historia, ellos y ellas podrán ver
la necesidad de respetarnos, defendernos y construir sus realidades sobre la
base de la dignidad de ser originales, amantes y patriotas, sin alejarnos del
humanismo universal y sabiendo defender la tierra que nos alimenta, el aire que
nos da vida y los astros que iluminan nuestros caminos, pobre de los que no
tienen astros y solo ven desde sus ambiciones personales, que no son capaces de
pensar como gran familia, en la Patria, la región y los humildes de la
humanidad.



Es
cierto que vivimos una de las épocas más difíciles de la historia de la
humanidad, se pierden las identidades personales, regionales y nacionales,
hasta de familia. Cada vez se conversa y escribe menos, cada vez nos conocemos
menos. Los medios de comunicación lejos de informar modos creadores del bien
colectivo inducen a la enajenación, el olvido, la pasividad y el aislamiento en
uno mismo. Las nuevas generaciones, principalmente la nacida en la era digital,
son movilizadas más por las tecnologías que por los valores humanistas.



En
esta época corresponde repensar la educación que deben desempeñar la familia y
la escuela, los roles de padres y maestros no pueden ser los mismos de épocas
anteriores, si antes fue muy económica, hoy debe ser de gestión del
conocimiento y de la socialización: los códigos han cambiado.



Lo
que sí no ha cambiado es la determinación ética del ser humano, por ello en
todas las épocas hay hombres y  mujeres
de luz para guiar a sus semejantes en los valores más elevados del bien.



En
esta época hay que volver la mirada hacia aquellos hombres y mujeres que están
en la historia: Bolívar, Martí, Eugenio María de Hostos, por referirnos a
algunos de nuestra región, quienes en cartas, artículos periodísticos, diarios,
dejaron lecciones para todas las generaciones.



La
literatura, el cine y otras manifestaciones artísticas también son fuentes de
información, en ellas hay muchas crónicas o formas de crónicas las que se
funden en todo un patrimonio a conservar y valorar.



En
la historia de Cuba, a diferencia de otros lugares, nunca existió el cronista como
empleo oficial, han sido personas que desde su motivación propia o sentido del
deber que han contribuido a dejar descripciones históricas o literarias de los
principales acontecimientos del momento, no nos referimos aquí a las elaboradas
por  los cronistas colonizadores
españoles, ingleses o norteamericanos, sino en aquellas que son el resultado de
la conformación de la identidad y la nacionalidad cubana y que aparecieron en
periódicos y sueltos desde inicios del siglo XIX en que autores como Juan
Cristóbal Nápoles Fajardo “El Cucalambé” a través de poesías describían
acontecimientos cotidianos, ejemplo un fragmento de sus décimas tituladas “Mi
hogar”:



A la orilla de un palmar mso-fareast-language:ES">



Que baña el fértil Cornito mso-fareast-language:ES">



A la sombra de un caimito mso-fareast-language:ES">



Tengo mi rústico hogar. mso-fareast-language:ES">



Esbelto como un pilar mso-fareast-language:ES">



Domina montes y llanos mso-fareast-language:ES">



El viento arrulla los guanos mso-fareast-language:ES">



De su bien hecha cobija, mso-fareast-language:ES">



Y esta habitación es hija mso-fareast-language:ES">



De mi ingenio y de mis manos. mso-fareast-language:ES">



  mso-fareast-language:ES">



Cuando la tormenta ruge mso-fareast-language:ES">



Cuando llueve y cuando truena, mso-fareast-language:ES">



Ella resiste serena mso-fareast-language:ES">



Del huracán el empuje. mso-fareast-language:ES">



Es su cumbrera de ocuje, mso-fareast-language:ES">



Sus llaves son de baría, mso-fareast-language:ES">



Sus viguetas de jatía mso-fareast-language:ES">



Y de guamá sus horcones: mso-fareast-language:ES">



Hay pocas habitaciones mso-fareast-language:ES">



Tan firmes como la mía.



 



-Con aités cerqué el redondo mso-fareast-language:ES">



Y no pequeño batey, mso-fareast-language:ES">



Donde un frondoso mamey mso-fareast-language:ES">



Florece y pare en el fondo. mso-fareast-language:ES">



En este asilo me escondo mso-fareast-language:ES">



Con mi madre y mis hermanos; mso-fareast-language:ES">



Siembro alegre con mis manos, mso-fareast-language:ES">



La feraz tierra que abono, mso-fareast-language:ES">



Amo a mi esposa y entono mso-fareast-language:ES">



Mis pobres “cantos cubanos”.[2]mso-fareast-font-family:"Times New Roman";mso-fareast-language:ES">



 



Aquí
se reflejan elementos psicológicos, dinámicas sociales, condiciones
medioambientales y políticas, una felicidad que hoy se hace necesario disfrutar.



Otros
poetas en el siglo XX van a describir en décimas diferentes hechos históricos,
entre los más destacados están Chanito Isidrón, Joseito Fernández, Justo Vega y
Jesús Horta Ruiz, “El Indio Naborí”. Hoy en la emisora Radio Rebelde a las 5:45
am. trasmite un noticiero cantado en décimas siguiendo esta tradición que en
los años 40 y 50 del siglo pasado fueron muy populares.



Del
propio siglo XIX hay que reconocer en José Martí a uno de los cronistas más
destacado, desde el extranjero trabajó para periódicos de diversos países,
describió procesos políticos, culturales, científicos, pero siempre desde una
comprensión filosófica y política que le hace trascender.



José
Martí cree en la perfectible e inagotable capacidad del hombre para superarse y
lograr el equilibrio armónico entre pensamiento y sentimientos. En ningún
momento elabora las consideraciones alejado de la práctica. Todo es resultado
de la captación real de la esencia y la existencia humana como ser social, por
ello el hombre tiene la necesidad de venerar pues la historia: “Goza en olvidar
lo impuro. Exagera, como si necesitase mucho de él, lo puro”, y: “la verdad
quedará dicha, porque reposa en el fondo de los actos humanos”. [3]



Como
hombre revolucionario, Martí no pretende repetir los acontecimientos y formas
de pensar, por el contrario, ejerce una actitud crítica que le permite orientar
su labor hacia fines y objetivos totalmente superiores, apropiándose de un
pensamiento esencialmente dialéctico constructivo. Manifiesta comprender que:
“No arrancará ya su historia de aquellas fuentes cercanas, y aquellos  nimbos confusos, de que la recién abiertas en
las entrañas de lóbregos bosques. Tomará de las ciencias nuevas lo absolutamente
cierto, y dejará a un lado lo hipotético, lo presuntuoso, lo probable.
Inclinará su cabeza nevada sobre pergaminos y sobre archivos, y buscará las
causas de los sucesos, no en las razones visibles, que casi siempre falsas
razones, sino en aquellas íntimas, que están en cartas y bibliotecas, y andan
ignoradas. Errará probablemente el anciano maravilloso. Historiar es juzgar, y
es fuerza para historiar estar por encima de los hombres, y no soldadear de un
lado de la batalla. El que puede ser reo no ha de ser juez. El que es falible,
no ha de dar fallo. El que milita ardientemente en un bando político, o en un
bando filosófico, escribirá su libro de historia con la tinta del bando. Mas la
verdad, como el sol ilumina la tierra a través de las nubes. Y con las mismas
manos que escribe el error, va escribiendo la verdad...” [4]



Estas
consideraciones martianas sobre el historiar son claves para el cronista, quien
tiene que describir o escribir sobre el hecho sabiendo que siempre quedará su
huella personal porque cada individuo tiene una procedencia social, un tipo
propio de personalidad, principalmente porque es portador de una filosofía que
como ideología le señala modos de pensar la realidad vivida o por vivir.



Existen
diferentes tipos de crónicas y múltiples formas de escribir crónicas, pero son
las crónicas históricas las que poseen más exigencias por los niveles de
fidelidad al hecho real, se requiere de las habilidades de observación y el
posicionamiento ideológico del autor que tiene la misión de dejar un texto
verídico y con las descripciones más abarcadoras posibles, siempre se ha de
pensar en qué se podrá preguntar el lector y cómo ver donde otros no ven, qué
palabras emplear, cómo construir los textos de la forma más bella posible. Toda
crónica tiene funciones sociales específicas.



Cuba
es un país que a pesar de ser tan pequeño tiene mucha historia que contar,
historia política, social, cultural, económica, artística y científica, se
cuenta con textos sobre la historia de alto valor, escritos en los siglos XIX y
XX, que como crónicas permiten defender la idea de que existe una escuela
cubana de crónicas distinguida por los recursos literarios empleados, el
fundamento ideológico nacional emancipador y  ser reflejos dialécticos de las dinámicas
sociales.



En
el siglo XX, dado por la penetración de la cultura norteamericana se dieron
diferentes tendencias historiográficas, pero siempre predomina la crónica
patriótica emancipadora, entre los autores más destacados están Ramiro Guerra, Julio  Le Riverend, Raimundo Lazo, Emilio Bacardí, Emilio
Roig de Leuchsenring, Hortensia Pichardo y Eduardo Torres Cueva, por citar
algunos, la lista sería interminable porque en Cuba son muchas las personas
aficionadas a la historia como cultura del conocimiento y el escribir sobre
personalidades y hechos, es esta una de las fortalezas de la identidad
nacional.



Posterior
al triunfo de la Revolución el Primero de enero de 1959 se producen importantes
cambios en las dinámicas sociales, en lo cultural. Con la campaña de
alfabetización Cuba se convierte en el primer país de América Latina donde toda
la población sabe leer y escribir, pero también por ser una revolución popular
hay una amplia participación de las masas en las tareas revolucionarias y estas
fueron ejecutadas principalmente por los jóvenes, con lo que se les da
protagonismo en el quehacer histórico, pues hay una comprensión clara del fin
de las misiones que se cumplían, de que no eran una meta a la que se llega,
sino una meta que hay que rebasar, que continuar que exige la superación
constante, una nueva cultura que requiere de modos de actuación progresivos y
liberadores responsables.



La
historiografía cubana en esta época se va hacia el determinismo dialéctico
materialista que defiende la filosofía marxista, no obstante, hay una tradición
que no rompe del todo con las prácticas precedentes, el salto es evidente al
ampliarse las becas para estudiar historia en la universidades y el Instituto
de Historia de Cuba mantiene su primacía en la promoción de historiadores y en
la definición de políticas investigativas y editoriales, se publican diversos
libros de historia, entre los que se destacan los que describen hechos de la
Revolución en el poder.



Otro
aspecto de la cultura cubana que contribuye al desarrollo de la historia y
desde el que se hacen crónicas es la oratoria, principalmente la oratoria
política, ya que al rendirse tributo a hechos históricos y personalidades  se hacen descripciones y valoraciones que se
constituyen en lecciones de historia, entre los discurso que sobresalen están
en el siglo XIX los de José Martí y en el siglo XX los de Fidel Castro Ruz,
Ernesto Che Guevara,  Armando Hart y las
intervenciones de Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La Habana. Todos
ellos tienen el don de los educadores sociales y son reconocidos como tal por
las masas.



Entre
las políticas del Estado y el Partido Comunista de Cuba está la promoción y educación
de la historia patria, la formación de nuevos historiadores y la creación de
archivos históricos en todas las provincias. Se crean movimientos de
historiadores en el deporte, el arte, las comunidades, los sindicatos, así como
concursos de historia y encuentros de historiadores que junto a eventos
científicos contribuyeron a formar valiosos historiadores, muchos de los cuales
llegan a obtener el título de doctores en Ciencias Históricas.



En
todos los niveles de enseñanza los estudiantes reciben Historia, en la
educación universitaria es obligatorio para todas las carreras como parte de la
formación humanista de los futuros profesionales. Existen tres vías para la
formación de historiadores, estudio de la carrera historia pura en cursos
libres o en cursos regulares y los que estudian historia con formación
pedagógica, o sea, para ser profesores de Historia. Una gran cantidad de los
historiadores más reconocidos en la actualidad han salido del magisterio quienes
se han encargado de escribir sobre la historia local, esa a la que los
historiadores nacionales no le han podido dedicar estudios. La historia es una
de las materias que los estudiantes deben aprobar para poder ingresar en la
educación superior.



La
prensa cubana diariamente publica crónicas y los escritores literarios también
mantienen vivo esta manifestación artística, incluso existen encuentros donde
se dan premios, pero las crónicas históricas no son privilegiadas en este
sentido.



Aunque
existe la cultura de levantar actas y relatorías de reuniones y eventos, no se
le da el sentido de crónica, por ello en los archivos existen grandes
cantidades de documentos y al no estar las crónicas a veces no se pueden
identificar y ver la magnitud de su valor.



La
práctica ha demostrado la necesidad de formar cronistas y de crear esa plaza como
empleo en localidades e instituciones, así se podría salvar mucha de la
historia que hoy se hace y que la prensa y los escritores no pueden reflejar
por capacidad o interés.



Ante
tal situación en la Universidad de Las Tunas, en el Oriente cubano desde el
2016 se imparte un curso para la elaboración de crónicas históricas como una
vía de educación de posgrado y también en pregrado para los estudiantes que
voluntariamente se han dispuesto a pasar el curso, en estos momentos se prepara
la segunda edición, consideramos que se ha logrado iniciar un movimiento de
familiarización con la crónica histórica que ha permitido encontrar a personas
con dotes como escritores e historiadores y con ellos es que se ha formado la
Relac Cuba, se han realizado actividades en instituciones culturales de la
provincia, participación en programas de radio, establecimiento de relaciones
con asociaciones como la Sociedad Cultural José Martí.



El
curso Elaboración de crónicas históricas, tiene como objetivo: Capacitar en la
elaboración de crónicas históricas a partir de la utilización de orientaciones
metodológicas y la realización de ejercicios prácticos para la redacción este
tipo de texto, cuenta con 48 horas y posee una duración de cuatro semanas. Se
imparten conferencias y se realizan talleres donde los cursantes exponen los
resultados de su aprendizaje, el trabajo con la bibliografía, estos talleres se
aprovechan para ejercitar, realizar críticas colectivas y evaluar el proceso,
tanto el aprendizaje de los cursantes como la calidad del proceso de enseñanza.



El
contenido del curso está centrado en Formas de reseñar en historia, la crónica
y sus tipologías, teorías del hecho histórico y metodología de elaboración de
crónicas históricas. En los talleres también se entrenan las habilidades y
competencias para describir, caracterizar, argumental, valorar y explicar,
entre otros.



A
partir de la experiencia de curso fue que surgió la idea de convocar a un concurso
nacional de crónicas históricas- Al valorar los diversos hechos históricos de
más importancia en los últimos tiempos y que tuvo una participación de todo el
pueblo cubano fueron los homenajes ante el fallecimiento de Fidel Castro, por
ello es que esta primera edición se dedicará a alguien que también hizo
importantes crónicas acerca de la lucha revolucionaria a la vez que fue su
líder principal. La convocatoria ya está en los medios y cerrará en noviembre
por el primer aniversario del deceso de Comandante en Jefe.



En
otro sentido hacemos llamados a que toda institución y comunidad tenga sus
cronistas, a que se cree ese empleo, pues solo se cuenta con la plaza de
historiadores en algunas ciudades. 



El
cronista, es una persona que recrea la realidad a través de textos que nos
permiten a los lectores ir al pasado y acrecentar el conocimiento sobre un
hecho. El cronista es pues un escritor, un relator, con una vocación para
describir sucesos pensando en las demás personas, en las tendencias del
desarrollo social.



El
ofrecimiento de la Red Latinoamericana de Cronistas de acercarnos a una
plataforma de enseñanza a distancia o en línea, es lo que complementa nuestro
deseo de pertenecer a esta organización.



Tan
solo comprender que estamos construyendo la historia del futuro, que estamos
fortaleciendo el sentido de identidad en los niños, en los jóvenes y en los
adultos, con el fomento de los valores a través de evidenciar la memoria
histórica actual, es suficiente motivación para estar entre ustedes.



Cuba
puede aportar su experiencia en la investigación y desarrollo de la historia
como un elemento de educación y estamos dispuestos a compartir la tecnología
para la emisión y recepción de la información a distancia y nos proponemos a
difundir la necesidad de la presencia de los cronistas en cada institución o
comunidad, en cada institución educativa y gubernamental como una actividad
para que la historia no se pierda en el olvido y siga siendo guía para las
nuevas generaciones.



“Para
estudiar las posibilidades de la vida futura de los hombres, es necesario
dominar el conocimiento de las realidades de su vida pasada. Del progreso
humano se habla tanto, que a poco más va a parecer vulgaridad hablar del él. No
se puede predecir cómo progresará el hombre, sin conocer cómo ha progresado”.[5]



 



Gracias
por la invitación, esperamos con ferviente deseo de superación asistir a las
siguientes actividades.



Las
Tunas, Cuba 7 de septiembre de 2017



Dr. Alberto
Velázquez López



Presidente
de la Comisión para instituir la Relac Cuba















mso-ansi-language:ES;mso-fareast-language:ES;mso-bidi-language:AR-SA">[2] Del libro Rumores del Hórmigo, publicado en 1858, por economía de
espacio solo se publican tres décimas, la lectura de toda la poesía permitirá
una mejor comprensión de sus características como crónica.







mso-ansi-language:ES;mso-fareast-language:ES;mso-bidi-language:AR-SA">[3] José Martí Carta al Señor Director de La Opinión Nacional. La Opinión
Nacional, Caracas, 8 de marzo de 1882. Tomo 14, p. 396







mso-ansi-language:ES;mso-fareast-language:ES;mso-bidi-language:AR-SA">[4] José Martí: Los ancianos. La Opinión Nacional,
Caracas, 8 de mayo de 1882. Tomo 14, pp. 399-400.







mso-ansi-language:ES;mso-fareast-language:ES;mso-bidi-language:AR-SA">[5] José Martí: “Exposición de electricidad”. La América, Nueva York, marzo
de 1883. O. C., t. 8, p. 347.





Primer Concurso de Crónicas Históricas 2017



CONVOCATORIA



La Red
Latinoamericana de Cronistas y la Filial Provincial de la Sociedad Cultural
José Martí en Las Tunas, Cuba, convocan al Primer Concurso de Crónicas
Históricas cuyo tema central es: “Homenajes a Fidel Castro Ruz”.



BASES



mso-fareast-font-family:Arial">-       Podrán
participar los ciudadanos cubanos o extranjeros residentes en el país mayores
de 15 años de edad.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Las
crónicas deben ser inéditas y tener una extensión entre tres y diez cuartillas,
escritas en hoja carta, con 2.5 cm por todos los lados, letra arial 12,
interlineado a espacio y medio.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Solo
se entregará una copia de la crónica y será remitida a Concurso de Crónicas, Biblioteca
Provincial José Martí, calle Vicente García esquina a Francisco Varona, Las
Tunas, CP 75100.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Los
autores se identificarán por un seudónimo y en sobre cerrado aparecerán su
nombre, apellidos, dirección, número de carné de identidad, teléfonos y correo
electrónico.



mso-fareast-font-family:Arial">-       El
plazo de admisión vence el 10 de noviembre de 2017.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Se
constituirá un jurado conocedor de la técnica que el día 25 de noviembre de 2017
publicará el veredicto en acto público y este será inapelable.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Se
concederán tres premios metálicos para los tres mejores trabajos, consistentes
en 500, 200 y 100 pesos (CUP) respectivamente.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Los
premiados y el jurado recibirán certificados.



mso-fareast-font-family:Arial">-       Para
más información pueden comunicarse con Dr. C. Alberto Velázquez López,
teléfonos 31341899 y 31349901, correo electrónico: avelazquez@ult.edu.cu



La Jornada Cucalambeana, fiesta de la cultura campesina cubana



Desde
Las Tunas, Cuba, 16 de junio de 2017



Por
el Dr. Alberto Velázquez López



En
el relato escrito por el buen amigo Uziel Gutiérrez de la Isla, quien desde su
bella tierra azteca nos hace honores al expresar sus sentimientos con tanto
amor hacia nuestra cultura, este servidor, después del acostumbrado abrazo, se
dispone a dar respuesta a las preguntas que Uziel se hace:



“¿Qué
es la Cucalambeana?, ¿desde cuándo existe?, ¿cómo surgió?, ¿porqué permanece
con esa vitalidad?, ¿quién es Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé?”



Comenzaré
por responder la última pregunta, para ello me apoyo en los escritos de Ramiro
Guerra, Regino Botti, José Antonio Portuondo Valdor –rector de la Universidad
de Oriente a mediados del siglo XX-, Carlos Tamayo –actual presidente de la
Unión de Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en Las Tunas,  y Olga Portuondo, - historiadora de Santiago
de Cuba-, entre otros autores, quienes demuestran la importancia de conocer la obra
de El Cucalambé por patriótica, antimperialista, familiar y ambientalista.



Enrique
José Varona dice que: “De los cubanos de su época, fue sin dudas “El Cucalambé”
el que estuvo más cerca del alma del pueblo”El
más ferviente defensor de El Cucalambé es Jesús Orta Ruiz, “El Indio Naborí”,
quien desde las más diversas tribunas orales y escritas mantuvo en la palestra
artística la promoción de las creaciones del bardo tunero y gracias a sus
acciones coordinativas y organizadoras 
nacieron lo que hoy conocemos por las jornadas cucalambeanas.



En
Las Tunas fueron sus defensores Rafael Zayas González, director del periódico
El Eco de Tunas (1909-1962); Pedro Verdecie Pérez, abogado, entusiasta
martiano; el poeta Gilberto Rodríguez; Monseñor Ruiz, quien reconoce que “el
bardo fue el padre de nuestra literatura patriótica”.
Juan
Cristóbal Nápoles Fajardo, conocido como “El Cucalambé”, así se firmaba,  nace el 1 de julio de 1829 en la ciudad de Las
Tunas de Bayamo, en el Oriente cubano, de familia acomodada y con vocación para
el arte y la literatura. Su abuelo, el párroco José Rafael Fajardo, fue quien
le enseñó las primeras letras y el valor vital de la poesía.



El
Cucalambé publicó sus primeros trabajos en Camagüey y en 1856 su libro Rumores
del Hórmigo, texto en el que están contenidas sus décimas que desde aquella
época, generación tras generación hemos aprendido de memoria, se han declamado
en actos patrióticos, culturales, políticos y en encuentros familiares.



El
bardo de Las Tunas ocupa esos espacios porque sus décimas son expresión de los
sueños redentores del pueblo, recrean una vida de amor a lo cubano, desde los
ricos elementos de la naturaleza rural hasta las virtudes de la vida social,
hogareña, laboral, son cantos a la vida, al amor, sacrificio y el deber. Cintio
Vitier dijo que El Cucalambé: “no canta para el guajiro, sino desde el guajiro”
Sus
versos describen la flora y fauna de la zona, da a los fenómenos de la
naturaleza una magia de integración armónica correspondiéndose así con las
concepciones de las culturas amerindias basadas también en la hermandad y el
respeto a todo, en ninguna de sus décimas hay expresiones despectivas hacia algo
o persona, al contrario, ve todo lo bello y no se ocupa en lo desagradable
porque no merece atención a no ser los problemas libertarios de la Patria.



Esta
décima es ejemplo de lo dicho:



Cuba mi suelo
querido,



Que desde niño adoré,



Siempre por ti
suspiré



De dulce afecto
rendido.



Por ti en el alma he
sentido



Gratísima
inspiración,



Disfruta mi corazón



Por ti dulcísimo
encanto,



Y hoy te bendigo y te
canto



De mi ruda lira al
son.
El
poeta nos deja ver una sociedad donde el arte y las relaciones sociales son muy
activas, en un siglo donde se funda la nacionalidad cubana: no es lo español en
su poesía lo mejor, es su sitio nativo con sus colores y sonidos, con su arte y
filosofía de la vida dichosa, la que es capaz de disfrutar el vuelo de las gaviotas,
las flores y la alborada.



La
historia en décima, Hatuey y Guarina,
tiene el valor dramático de la coherencia lógica y rítmica, claridad del
mensaje y empleo de recursos psicológicos para alcanzar identidad ideológica
desde argumentos convincentes de conflictos personales y sociales, de que el
amor es compartido y que el deber es ése, no otro:



Tolera
y sufre, bien mío,



De
tu fortuna el azar,



Pues
también sufro al dejar



Las
riberas de tu río.



Siento
dejar tu bohío,



Silvestre
flor de Virama,



Y
aunque mi pecho te ama,



Tengo
que ser ¡oh dolor!



Sordo
a la voz del amor,



Porque
la patria me llama.



Cuántos
cubanos a lo largo de nuestra historia de lucha al despedirse habrán dicho esta
declaración de amor y deber, solo esta poesía, conocida por todos, se pudo
convertir en escudo convincente  de
compromisos con el verdadero amor. Por ello los cubanos vemos a El Cucalambé
como uno de los padres del patriotismo que se fundió desde los valores más
cultos y que las masas populares han sabido aprovechar dignamente.



A
finales del siglo XIX su poesía estuvo en los campos de batalla junto a los
mambises y en siglo XX fue  escudo de los
campesinos y personas humildes que defendieron lo cubano conservando y
recreando esta poesía, con ello salvaron lo mejor de la cultura cubana en su
origen que es lo campesino.



Por
lo general, al terminar las guerras las ciudades quedaron devastadas, y los
campos también, muchas personas se fueron a vivir a las ciudades y llevaron su
hábitos, costumbres, creencias propias de lo rural, entre ellas el arte,
principalmente la música y la literatura, aunque también se da en la plástica y
las artes dramáticas, desde lo popular, la artesanía es privilegiada por los
objetos utilitarios que hoy aún están en los hogares como son los taburetes,
tinajas, hamacas.



En
el siglo XX triunfan manifestaciones artísticas como la paisajística rural, el
son oriental y el changüí dominan el panorama musical junto a la guajira que es
la principal de estas manifestaciones, presente en la trova, interpretada por solistas
y agrupaciones que el tiempo va a consagrar como manifestaciones tradicionales
de la cultura cubana.



En
esa centuria la literatura nacional se encarga de recrear los conflictos
cubanos, principalmente los de las clases desposeídas, entre ellas, los del
campesinado. Desde la narrativa se destacan escritores como Sanuel Feijoo y
Onelio Jorge Cardoso, obras como Juan Quinquín en Pueblo Mocho
Escritos
publicados en la prensa local de Las Tunas y también nacional, desde los años
treinta aparecen defensas a El Cucalambé, manifestando la necesidad de su
reconocimiento como  bardo, están los
escritos del historiador Ramiro Guerra, el filósofo Enrique José Varona, y
desde la localidad tunera en el periódico El Eco de Tunas fue el máximo
promotor de que se le realizaran homenajes a El Cucalambé, aquí aparecen
artículos sobre el poeta, sus décimas y la divulgación de los movimientos en
pro del busto de bardos y otros homenajes.



Se
destaca el movimiento realizado por la Logia Oddfélica “Cucalambé”, que va a
promover el reconocimiento del bardo  como
cultor cubano.



Entre
los promotores más fervientes se encuentra al abogado Pedro Osmundo Verdecie
Pérez, masón también, quien desde las décadas del cuarenta y el cincuenta va a
realizar múltiples acciones para la educación artística de la localidad y El
Cucalambé ocupa un lugar privilegiado en su labor.



Al
triunfar la Revolución en 1959 la cultura nacional es considerada arma de
lucha, después de varios siglos de dominación extranjera, las manifestaciones
que habían resistido el embate injerencista, resultaban ser las más genuinas
representaciones de nuestra identidad, entre ellas la cultura campesina y su
máximo exponente, El Cucalambé.



Al
realizarse el Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas Cubanos en
1961, Verdecie es delegado por Victoria de Las Tunas, en la magna reunión
argumenta la necesidad de rendir homenajes a El Cucalambé y obtiene la
aprobación de los asistentes quienes acordaron hacer las recomendaciones:



“Primera:
Recomienda al Instituto Nacional de Industria Turística (INIT) la creación del
Parque Campestre Cucalambeano, en el lugar donde viviera, junto al Río Cornito,
cerca de la ciudad de Victoria de Las Tunas, provincia de Oriente.



Segundo:
Recomendar a la Imprenta Nacional de Cuba la edición definitiva, crítica, de la
Obra completa de “El Cucalambé” comprensiva tanto de su obra poética como
periodística”
Destacado cultor de la espinela es Jesús
Orta Ruiz, “El Indio Naborí”, a él se debe en gran medida el reconocimiento
nacional a la necesidad de rendir homenaje a El Cucalambé, intercambia misivas
con tuneros, visita en varias ocasiones el territorio y es junto a José Ramírez
los principales organizadores de lo que posteriormente va a ser la Jornada
Cucalambeana.



En el año 1964, del 29 de junio al
primero de julio, se realiza una jornada de homenaje a Juan Cristóbal Nápoles
Fajardo, Jesús Orta Ruiz  fue el principal
promotor. En esta ocasión se devela el primer busto de El Cucalambé en la
Escuela Secundaria Básica que lleva su nombre. Esta escuela fue de las primeras
construidas por el Gobierno revolucionario en el territorio. La velada de
cierre contó con la actuación de la Banda Municipal, agrupaciones y solistas
del territorio, entre ellas, el Combo Cucalambé y el de Emiliano Salvador.



Durante los primeros años de la
Revolución, siempre se le hicieron homenajes al Cucalambé, pero es a partir de
1966 cuando se hace de forma estable hasta nuestros días. En los primeros años
se les llamó Semana Cucalambeana y posteriormente Jornadas Cucalambeanas,
llegando a ser las fiestas populares de la cultura campesina más importantes
que se realizan en Cuba, es un movimiento muy amplio a nivel nacional y abarca
las distintas manifestaciones de la cultura campesina y rural.



La selección de la Flor de Virama
comienza también en 1966, es el homenaje a la mujer campesina, a sus bellezas,
se eligen a las muchachas, no por los patrones de belleza occidental, sino por
la fidelidad con que reproducen lo campesino y lo mejor de los valores éticos en
la historia de la sociedad cubana, a decir por El Cucalambé:



Las guajiras que
entre flores



Nacen en tus campos
bellos,



Tienen negros los
cabellos



Y los ojos
seductores:



Con sus gracias y
primores



Son gratas cual la
ambarina,



Donosas como una
ondina,



Dotadas de ardientes
almas,



Esbeltas como tus
palmas,



Dulce como mi Rufina. 



 Y para culminar con las preguntas hechas por
Uziel: “¿Por qué permanece con esa vitalidad?” debemos considerar diversas
razones. Revisando la prensa de estos años, así como investigaciones realizadas
por especialistas y haber podido asistir a estas fiestas desde el propio año
1966 cuando la prima Adela Batista Pérez fue elegida Flor de Virama en Calixto,
uno de los poblados del actual municipio Majibacoa, y después como público o
investigador, me resulta fácil decirle que es porque es una fiesta de pueblo,
porque se recrean las tradiciones y por las características de la cultura
campesina cubana, entre ellas, su fortaleza por integrar saberes de siglos,
prácticas de muchos lugares del mundo y porque esta cultura es la mejor mezcla
que existe en nuestra nación, es donde más equilibrada está la presencia de las
culturas originarias, incluida la aborigen, que aunque fueron exterminados sus
creadores, no así todos sus hábitos.



La Jornada Cucalambeana promueve y
defiende esa mezcla, la legitima como patrimonio tangible e intangible de la
cubanidad. A decir de Ramón Batista, director de la Casa de la Décima en Las
Tunas:



“La Jornada le da
perdurabilidad a los homenajes a El Cucalambé, por ello El Cornito se convierte
en el escenario ideal para recrear lo campesino, se convierte en sede nacional
del evento campesino más importante. En los años sesenta al ochenta fueron
eventos inmensos, con participación de artistas de todo el país.



Faure Chomón le dio
mucha vida al El Cornito cuando lo convirtió no solo en un lugar campestre,
sino que lo convirtió en un centro recreativo cultural, con el sendero, el
motel y El Cornito comenzó a tener otra vida. La década del ochenta convirtió a
la Cucalambeana en una fiesta nacional. Es un honor ser seleccionado para
participar en la jornada. La década del noventa, a partir del 1993 se inicia el
Festival Iberoamericano de la Décima, idea del Indio Naborí. En el año 1996 es
que sale la primera delegación al extranjero, a México va una amplia delegación
de arte campesino, posteriormente se fue a otros países y regiones de México.



Todos los años vienen
delegaciones de varios países y en diferentes manifestaciones, el intercambio
es muy rico y la jornada es para todas las artes e incluye a los niños. La
Escuela Vocacional de Artes y el Sistema de Casas de  Cultura garantizan la conservación y
desarrollo de la cultura campesina.”
La Cucalambeana es una fiesta de
promoción, rescate y defensa nacional. Se promueve el arte cubano campesino, se
rescatan prácticas de valor para las identidades y en la medida en que se
protege el patrimonio cultural campesino y rural, defendemos a la nación ante
tantos intentos de dominarnos.



También es fuente de inspiración, meta y
regocijo. Son muchos los artistas que laboran el año entero para tener
creaciones que presentar en la música, la pintura, danza y la fotografía,
artistas de toda Cuba y de otras naciones, alcanzar uno de los premios de los
concursos que promueve la Jornada es una de las mejores cartas de presentación
en la vida artística, y por supuesto, es una reunión de gran gozo por la
festividad y el encuentro de amantes de la cultura campesina.



El periodista Juan Morales nos dice:



“Para hablar con propiedad
de la Jornada Cucalambeana es preciso recostarse en un taburete junto a un
bambú de El Cornito a desafiar con los poetas las escurridizas rimas de los
pies forzados. O mejor: llegar desde el amanecer al que fuera paraíso e
inspiración de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo y regalarse luego allí una
canturía de tonadas y laúdes. Si no se cumple con estos requisitos sine qua non, ¿qué sentido tendría la
referencia a esta fiesta de talla mayor, eminentemente campesina y genuinamente
tunera?”
La Jornada Cucalambeana ha permitido no
solo proteger los más autóctono del quehacer cultural campesino, ha
posibilitado un movimiento de amplia participación popular, de alto valor
estético, además ha promovido a la cultura tunera entre los visitantes y en
otras naciones, han sido varias las delegaciones que han demostrado nuestro
arte campesino en países como México, Argentina, Venezuela, España, Chile,
Colombia.



Muchos de los visitantes han presentado
libros, materiales audiovisuales y exposiciones de fotografía sobre estas
fiestas, con lo que han contribuido a la divulgación del evento y la cultura
tunera.



La Jornada Cucalambeana, convocada por
la Asociación Nacional de Campesinos,  el
Ministerio de Cultura y el Gobierno local en homenaje a Juan Cristóbal Nápoles
Fajardo, el decimista mayor del siglo XIX, es una fiesta a disfrutar en cada
canto, baile, ropa, bebida o comida criolla y hasta en la gracia del caminar de
los tuneros, sea de campo o ciudad, por ello siempre decimos:



¡Oh!
Venid, mis compatriotas.



A
los montes de las Tunas.



Donde
al alba en las lagunas



Suelen
volar las gaviotas:



Venid
a escuchar las notas



De
mi rústica trovada.



Y en
mi florida llanada



Decid
al son de mi lira:



-Dichoso
el que en Cuba admira



La vuelta
de la alborada.



 





Ada Bertha Frómeta Fernández: Honorable y virtuosa educadora martiana

Ada Bertha Frómeta Fernández: Honorable y virtuosa educadora martiana

Ha
fallecido Ada Bertha Frómeta Fernández, quien existió para ser síntesis
de vida entregada a la formación de las nuevas generaciones, investida
de humildad permanente y vocación martiana, ejemplo de mujer y maestra
tunera. Integró el III Contingente Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”
en Las Tunas, estudió la especialidad  Historia; fue Licenciada en Marxismo Leninismo y figuró
entre los primeros profesionales Master en Educación Superior en la provincia. Defiende
su tesis de doctorado en el 2001, siendo la primera tunera en lograr ese
título en las Ciencias Filosóficas. Contribuyó a profundizar en el
pensamiento filosófico de José Martí, cuyos resultados están expuestos
en numerosos artículos y libros publicados en Cuba y en el extranjero. Profesora universitaria que
hizo valiosos aportes a la provincia como son la creación de las Sedes
Universitarias Municipales, las Cátedras Martianas, el apoyo al
Movimiento Juvenil Martiano, a la organización de eventos y al
Movimiento de Oratoria Martiana. En la década del 80 desde el Instituto
de Perfeccionamiento Educacional Provincial (IPE) crea cátedras
martianas en toda la provincia y en 1992, la Cátedra Martiana de la
Universidad de Las Tunas “Vladimir ilich Lenin”, que con su actuar
decisivo, obtiene reconocimientos nacionales, alcanza la condición de
Cátedra de referencia nacional del Ministerio de Educación Superior, y,
entre otros reconocimientos, los que otorga la Sociedad Cultural José
Martí: Honrar Honra . Representó a nuestro país
en eventos realizados en Costa Rica, Venezuela y México. Educadora ejemplar, fue reconocida
como Vanguardia nacional de la Educación Superior, Distinción Especial
del Ministro de Educación Superior y figuraba entre los mil educadores
cubanos más destacados del silgo XX, en una selección realizada por la
Asociación de Pedagogos de Cuba. También le fueron conferidas diversas
medallas y reconocimientos provinciales y nacionales. Estudiantes,
profesores, tuneros en general, le rindieron sentido homenaje de cariño y
admiración el 27 de abril pasado. Al conocer su deceso, el Director de
la Oficina del Programa Martiano de la República de Cuba y Presidente de
la Sociedad Cultural José Martí, Dr. Armando Hart Dávalos, escribió:
“Para todos los martianos Ada Bertha es un ejemplo de dedicación
apasionada a la promoción y al conocimiento en profundidad de la vida y
el pensamiento del Apóstol. Fue una martiana en su conducta ejemplar y
en sus aportes al conocimiento del pensamiento de Martí. Así será
recordada siempre”.
 Joel Lachataignerais Popa

JOSE MARTI Y LA EDUCACION PARA AMERICA LATINA

Dra. C. Ada Bertha Frómeta Fernández
Dr. C. Alberto Velázquez López
(Publicado en Revista Cielo de América, Nro 1, Universidad Bolivariana, Caracas, 2008)
En José Martí no está el propósito de desarrollar una teoría de la educación, su verdadero objetivo es participar activamente en cada polémica de su época, y exponer de forma coherente y justa lo que piensa con un único fin: formar el hombre nuevo latinoamericano, capaz de transformar la sociedad. Es dentro de este marco que él presenta sus ideas educacionales.
Su pensamiento educacional es esencialmente humanizador, con un propósito claro: desarrollar una cultura del ser humano, en la cual la dignidad ocupa el lugar central, por considerarse la virtud más alta del hombre y de su espiritualidad creadora.
Estamos en presencia de una obra fundadora con infinitos cauces aprehensivos, donde un simple acercamiento a las esencias resulta útil, si tenemos en cuenta que el Maestro deja abundantes conocimientos en la esfera educativa y aún hoy tiene mucho que enseñar.
La concepción martiana de la educación no surge por generación espontánea, constituye un proceso complejo que contempla antecedentes socioculturales e históricos, la época que vivió Martí con sus respectivas influencias, así como su propia cosmovisión que le sirve de fundamento. Todos ello deviene en mediaciones centrales, condicionamientos y determinaciones que dan realidad a su ideario educativo. Se trata de un proceso de asimilación y creación, con vocación ecuménica raigal.
La historia de la humanidad reconoce a la Revolución Francesa de 1789 como el hecho que universaliza los proyectos de cambios socio-políticos, pues presenta una nueva ideología que provoca un viraje en las ideas filosóficas, económicas, políticas, sociales y especialmente educacionales de la época.
Inglaterra es el modelo teórico de Francia, sobre todo por la influencia de John Locke (1632-1704) y de la ciencia newtoniana. Inician este movimiento Charles L. Montesquieu (1689-1756) y Voltaire (1694-1778). Sin embargo, es Jean Jacques Rousseau (1712-1778) la figura principal de la Ilustración Francesa en el tratamiento del problema educacional, mientras que es Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827) quien desarrolla y lleva a la práctica las concepciones pedagógicas de Rousseau.
John Locke, fundamenta sus concepciones educacionales sobre métodos prácticos, recomienda la escuela de la vida y critica la enseñanza escolástica. Sin embargo, despoja los principios educativos de sentimientos solidarios, defiende que todos los estudiantes no son iguales y propone un preceptor para cada alumno.
Jean Jacques Rousseau, critica desde diferentes posiciones al régimen social de Francia. Aunque retoma las ideas de J. Locke, lo supera al plantear que la enseñanza no sólo debe dedicarse al cultivo del espíritu. Afirma que es necesario aprender mediante la práctica constante.
Rousseau comparte con Locke y con los principales filósofos de la ilustración la visión del ser humano como individuo unido a la naturaleza y a la sociedad, lo que en la concepción de la educación quiere decir ante todo, atención al individuo y su formación en correspondencia con el medio natural y social. El problema de la educación es así planteado en la dimensión individual, mientras Martí va más lejos al reconocer la necesidad de educar a las masas populares. Sin embargo, él coincide con Rousseau al ver la influencia de la naturaleza en la educación y defender la libertad de pensamiento a que tiene derecho cada hombre.
Johann Heinrich Pestalozzi, suizo, cuyas concepciones establecieron los cimientos de la educación elemental moderna. Influenciado por Rousseau, crea la enseñanza objetiva, aconseja como método educativo la experiencia individual, reclama la educación elemental para los campesinos y trabajadores. Entiende que la escuela es un elemento importante en la educación que enriquece la experiencia, la vida personal y común, pero en un marco más amplio que el contexto familiar. Es el creador de la pedagogía científica como sistema. Ve en la educación el remedio que salva los pueblos, aunque no reconoce la necesidad de cambiar las condiciones sociales de vida sí ve en la educación el medio para la reforma social. Martí admite al igual que Pestalozzi la educación en la aptitud moral, como el elemento clave para elevar las fuerzas humanas.
Los ideales educacionales de la ilustración europea que trasciende por su contenido ético, moderno y progresista son: la educación como aptitud para la vida moral, la educación elemental para los campesinos y trabajadores, utilización de métodos prácticos en la educación de los hombres y libertad de pensamiento.
El iluminismo europeo se proyecta hacia la solución de los problemas humanos que el desarrollo capitalista había traído y, pasa a ser un arma para fomentar las ideas más progresistas sin importar de qué parte del mundo se tratase. Este pensamiento constituye el modelo teórico de los ilustrados de la América española, al reflejar las aspiraciones más auténticas de un nuevo tipo de humanismo, con el cual se abría la modernidad y las posibilidades de emancipación en Latinoamérica.
Los principales pensadores latinoamericanos del siglo XIX muestran una consecuente afiliación iluminista, con concepciones y propuestas liberales prácticas para nuestros pueblos. Coinciden en darle a la educación un lugar importante como elemento de transformación sociopolítica y económica. En este sentido, importante papel desempeñaron los venezolanos Simón Narciso Carreño Rodríguez (1771-1854), y Simón Bolívar (1783-1830), el mexicano Justo Sierra Méndez (1848-1912), el argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), el puertorriqueño Eugenio María de Hostos (1839-1903) y el uruguayo José Pedro Varela (1845 1879).
Simón Narciso Carreño Rodríguez propone escuelas que utilicen el mismo tiempo en el estudio y el trabajo. Se opone a la educación diferenciada por clases sociales. Al referirse a la importancia de la educación ve la educación de las masas como un elemento estratégico para lograr la unidad en las repúblicas latinoamericanas, consciente de que Europa y los Estados Unidos constituyen una amenaza para la originalidad de nuestros pueblos, por lo que plantea el desarrollo independiente de los pueblos basado en la educación.
Simón Bolívar, en 1824 apoya la introducción del método de Pestalozzi y propicia la expansión de la educación ilustrada en el continente. Trae a Lancaster para aplicar sus concepciones educacionales a la nueva escuela. A partir de este momento se crean las condiciones para el desarrollo de una educación nueva, lo que contribuirá a la formación paulatina de una pedagogía latinoamericana, comprometida con los problemas de la región y su solución.
Para el Libertador la educación ha de contribuir al bienestar de los hombres, pero en primer lugar hay que liberar a los pueblos y elevar la cultura, acabar con la ignorancia y formar una conciencia americana. Reconoce que somos un nuevo género humano, ni europeos, ni franceses y manifiesta la necesidad de vincular la educación a los proyectos políticos.
Justo Sierra Méndez, conocido como “Maestro de México”, [1] historiador, sociólogo, filósofo, escritor, político y biógrafo de Benito Juárez. Ejerce la docencia desde el nivel primario hasta el universitario. Reconoce que aunque México deja de ser colonia de España, nunca cambia su condición, pues permanece en un profundo atraso económico y cultural. Aboga porque en las universidades se enseñe a investigar y a pensar, con lo que se opone a los métodos tradicionales.
Su pensamiento educativo se caracteriza por un alto contenido patriótico y preocupado por la amenaza que significa para nuestros pueblos el poderío del Norte. Martí siente gran admiración por su obra: “¿Quién no sabe que es Justo Sierra honra de la patria mexicana? Necio fuera aquí ya todo comentario mío.” [2]
Martí y Sierra coincidieron en reconocer la relación existente entre educación e instrucción y la necesidad de que la escuela se corresponda con los intereses de la sociedad, así también, por la educación laica y su expansión por las zonas rurales.
Domingo Faustino Sarmiento dedica treinta años de su vida a la tarea de educar. Su obra cumbre La educación popular, la escribe en 1849. Entre sus principales ideas está que la enseñanza debe orientar y capacitar a los pueblos en vínculo con el trabajo que habrán de ejercer luego. La educación debe ser la misma para todas las clases sociales. En su praxis propone una educación integral, dirigida al desarrollo individual del estudiante.
El Apóstol critica el fanatismo de Sarmiento por el modelo de vida norteamericano y el hecho de menospreciar la educación de los indígenas al considerarlos fuera de las clases sociales, con lo que manifiesta una posición discriminatoria. [3] En la obra Facundo, Sarmiento estima que los males de Latinoamérica están en estas razas y admira cómo Estados Unidos no aceptó a las masas indígenas en su constitución social.
Eugenio María de Hostos es otro destacado pedagogo, nacido en Puerto Rico. Maestro, sociólogo, literato, geógrafo, político y pedagogo, autor de Ciencia de la pedagogía, Historia de la pedagogía y Polémicas pedagógicas, obras que publica en Madrid.
Hostos, el Ciudadano de América, es junto a Martí, un maestro fundador de pueblos como aquellos grandes hombres del siglo XIX, integrantes de ese excepcional registro de pensadores consagrados al enaltecimiento continental. Son contemporáneos y coinciden por proceder de naciones sometidas aún al dominio colonial español.
Martí y Hostos se enfrascan en un proyecto independentista, donde la educación ocupa un lugar clave para la formación de nuestros pueblos. Coincidieron en defender la educación de la mujer, la crítica al castigo la enseñanza laica y obligatoria, la educación patriótica para la toma de conciencia basada en los ideales de justicia y libertad en el más amplio sentido ético.
En el análisis de todos estos pedagogos existen dos tendencias fundamentales. Una plantea que la educación forma individuos iguales y cultos, con una concepción universalista del hombre, que menosprecia la individualidad y promueve patrones generales. Entre ellos Andrés Bello y Domingo F. Sarmiento ven en los modelos de vida norteamericano y europeos la solución para el progreso de la región.
Esta posición presenta como limitaciones: el menosprecio a la educación que se sustenta en nuestras raíces culturales auténticas, y plantea la necesidad de copiar modelos ajenos para dar solución a los problemas que enfrenta el continente. Dicha tendencia es nefasta porque conlleva a la pérdida de la identidad individual y de los pueblos latinoamericanos.
La otra tendencia representada por Simón Rodríguez, Simón Bolívar, José María Luis de Mora, Justo Sierra, Eugenio María de Hostos y el propio José Martí, se sustenta en los principios liberales de la revolución y el fortalecimiento de la cultura como cambios necesarios y radicales. Defensores de nuestra identidad, se oponen a la imitación de las formas de vida norteamericana y europeas. A la vez, conciben la educación de las masas como medio para afianzar las características individuales, a través de una concepción humanista que une el progreso personal al bien común.
A pesar de existir estas dos tendencias, podemos declarar los siguientes aportes de este pensamiento educacional latinoamericano: la formación de una conciencia americana, la enseñanza científica, educación laica, libertad de pensamiento, educación patriótica, la vinculación del estudio con el trabajo y la educación de las masas como elemento estratégico para alcanzar la unidad latinoamericana y mantener así la originalidad de nuestros pueblos, única garantía para enfrentar con éxito el peligro de la penetración de otras culturas y del imperialismo norteamericano en específico.
La ilustración europea llega a Cuba en el siglo XIX. Este es el siglo del pensar, conocer, saber y hacer, en la búsqueda de soluciones a los problemas esenciales de la identidad; el encontrarse a sí mismos a través del camino de la ciencia, la historia, la política y originalidad cultural. Se destacan los ilustres patriotas José Agustín Caballero (1762-1835), Félix Varela (1788-1853), José de la Luz y Caballero (1800-1862), Rafael María de Mendive (1821-1886) y José Julián Martí Pérez (1853-1895).
José Agustín Caballero, sacerdote, rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, nombrado en ese cargo por el obispo Espada, es considerado el Padre de la filosofía cubana y reformador de la enseñanza. Sus escritos demuestran la importancia que tiene el trabajo activo y creador del maestro. Se preocupa por la educación de la mujer, elabora un proyecto para las escuelas elementales y públicas, y es el precursor de este tipo de escuela en Cuba. Además es el primero que habla a sus alumnos sobre el experimento y la física experimental, e introduce el razonamiento como forma de aprendizaje.
Félix Varela (1787-1853) maestro, escritor y sacerdote liberal que obtiene la Cátedra de Filosofía en el Real Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio en 1811, es considerado el modelo del maestro cubano por sus virtudes y amor a la patria. Revolucionario y renovador del pensamiento filosófico y pedagógico, aboga por establecer los nexos entre razón, política y ética, ello lo convierte en un agente de tránsito entre el iluminismo y liberalismo.
En política y educación mantiene una actitud enérgica y de avanzada, proponiendo soluciones viables para su época. Destrona el latín de la enseñanza, dando así el primer paso para la educación masiva. A través de las últimas conquistas de la ciencia, critica y combate la enseñanza memorística y defiende la educación de la mujer.
Continuador de las ideas de José Agustín Caballero y de Félix Varela es José de la Luz y Caballero, maestro y fundador del colegio El Salvador, en su viaje por Inglaterra y Escocia se nutre de las más modernas doctrinas pedagógicas y filosóficas de la época, se familiariza con la educación técnica que tanto necesitaba la industria azucarera. Entiende que la escuela debe ser renovada en su contenido y métodos. Vincula la teoría con la práctica, orienta el estudio de las ciencias con nuevos métodos experimentales, y pertrecha al Colegio El Salvador con una rica biblioteca, equipos de laboratorios de Física y Química, útiles de Astronomía y mapas.
Con estas ideas, Luz influye en la formación de la conciencia patriótica y revolucionaria, al otorgarle un importante papel a la educación moral en la formación de la juventud. Doscientos de sus discípulos se incorporan a las luchas independentistas. Es creador de una pedagogía teórico-metodológica y científica de carácter crítico.
Rafael María de Mendive, poeta y maestro, director de escuelas, ejemplo de educador patriota y revolucionario, inculca este espíritu a sus alumnos. Martí le expresa: “De aquí a 2 horas embarco desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, sólo a Ud. lo debo y de Ud. y sólo de Ud. es cuanto bueno y cariñoso tengo.” [4]
Mendive se caracteriza por trasmitir a sus alumnos sentimientos de cubanía, la más rica herencia de la cultura patria. Todo su propósito va dirigido a desarrollar un sentido de identidad que junto a la sensibilidad humana propicie un pensamiento independiente y creativo; un uso libre de la razón. Todos estos ideales llegan a Martí a través de su maestro
La vida de José Martí se desarrolla en momentos en que se producen importantes transiciones en la ideología cubana, caracterizada por un pensamiento político de resistencia, que se sustenta en una moral patriótica y emancipadora. Ese pensamiento filosófico difiere de las corrientes que le anteceden, al asentarse en las raíces sociales, gnoseológicas, políticas y económicas del continente latinoamericano. [5]
En España, lugar de estancia de Martí a raíz de su primera deportación en 1871, se desarrollan las corrientes positivistas, dominadas por las ideas de Augusto Comte y Herbert Spencer. De estas corrientes, Martí asume los elementos que de acuerdo con sus criterios le eran más provechosos para su proyecto; la ciencia y el método de observación y experimentación para impulsar el desarrollo social, así como la filosofía de relación.
Es el krausismo [6] uno de los pensamientos que más impactó al joven desterrado, fundamentalmente en los aspectos éticos y educativos. En el Apóstol como en Krause, se manifiesta un pensamiento pedagógico de contenido profundamente humanista que insiste en la disciplina de la mente, el amor al trabajo y a incorporar la ciencia a la vida social.
Cuando vive en México, Guatemala y Venezuela, entre 1875-1881, el pensamiento positivista también constituye expresión ideológica de la naciente burguesía industrial, lo cual significa un paso de avance en relación con las concepciones escolásticas.
Es entonces, cuando aparecen por primera vez en él los conceptos latinoamericanismo, hispanoamericanismo, americanismo y nuestra América. Martí estudia profundamente la vida social, cultural, política, histórica y artística de estos pueblos y manifiesta su comprometimiento hacia ellos.
En la etapa de 1875 a 1885, Martí publica más de medio centenar de artículos, en los cuales plantea sus tesis fundamentales sobre la temática educacional referentes a la necesidad de la enseñanza científica y moderna, educación obligatoria a cargo del Estado, su preocupación por vincular el estudio con el trabajo, la educación del indio y la mujer y crítica a la educación de los niños fuera de la patria. Desde estas posiciones critica la escolástica, al positivismo, pragmatismo, dogmatismo y el utilitarismo en los distintos sistemas educacionales.
Al llegar a Estados Unidos en la década del 80, este país se encuentra en el paso del capitalismo premonopolista al monopolista e imperialista. El desarrollo de la producción material exige una profunda revolución cultural, que se realiza en estrecha relación con la ciencia, y lo pedagógico ocupa un importante lugar como respuesta a las necesidades del desarrollo del capitalismo. [7]
Martí aprecia que este proceso lleva a la destrucción del ser humano, pues considera que se descuidan los aspectos éticos y se afianza el individualismo como rasgo característico en esta sociedad.
En Estados Unidos el pensador que más influye en José Martí, es Ralph Waldo Emerson (1803-1882) publicista, poeta y filósofo, figura fundamental del transcendentalismo [8]:
De Emerson valora sus ideas sobre la libertad personal frente a la posición de los hombres y la época, el sentido de deuda con todo el género humano, la observación paciente de la naturaleza, exaltación de la vida como algo bello, la búsqueda de la virtud y el sentido de la vida. También se pronuncia por la educación verdadera que se inicia cuando se sale de la universidad, pues en ella sólo se aprenden los rudimentos de que el hombre ha de servirse. Emerson encabeza el movimiento a favor de la educación popular y pública.
En los Estados Unidos Martí se desempeña como maestro de escuelas privadas y públicas. En 1890 ejerce como instructor de idioma español sin recibir retribución económica, además imparte clases de Español y Matemática en “La Liga”, escuela nocturna para trabajadores que residían en Nueva York.
Sus concepciones sobre la educación están plasmadas con mayor nitidez en los textos: “Prólogo al poema del Niágara” (1883), “Maestros ambulantes” (1884), La Edad de Oro (1889), el ensayo “Nuestra América” (1891), los documentos del “El Partido Revolucionario Cubano” (1892) y en El Manifiesto de Montecristi (1895).
En “Prólogo al poema del Niágara” Martí puntualiza el papel educativo que ejerce la sociedad sobre el individuo y cómo el hombre desde que nace se ve preso de tradiciones nefastas para su vida. Revela la necesidad de una educación libre de dogmas, llama a liberar la educación y con ello al hombre, pues solo así se puede alcanzar el ideal de humanidad.
El plan estratégico para masificar la cultura queda evidenciado en el trabajo “Maestros ambulantes”. En él explica las vías para organizar y constituir un cuerpo de maestros que lleven la enseñanza a los lugares más distantes de nuestra América, con el propósito de acabar con la ignorancia, lograr el mejoramiento espiritual de los hombres y así alcanzar la verdadera redención humana.
En La Edad de Oro, mediante relatos, cuentos y poesías, revela sus ideales de superación humana en defensa de una cultura de la dignidad en momentos de importantes transiciones socio-políticas en América Latina. Hay en la revista una identificación expresa de aspiraciones humanistas de extensión universal; la obra no sólo es un proyecto artístico, sino, y sobre todo, político.
En el ensayo “Nuestra América” plantea los problemas fundamentales que padecen los latinoamericanos y propone la necesidad de reconquistarnos, descubriendo quiénes somos y las fuerzas que poseemos, busca lo autóctono sin imitar dogmáticamente modelos ajenos y orienta tomar de la cultura universal lo que nos permita reinsertarnos mejor en el mundo.
Los documentos y artículos relacionados con el Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí en 1892, y su programa El Manifiesto de Montecristi constituyen una proyección educativa para las amplias masas de contenido político e ideológico con el objetivo de alcanzar la unidad revolucionaria y la república ética que se propone construir.
En estas obras hay una referencia y tributo constante a la historia de nuestro pensamiento educativo y emancipador, todo lo cual le aporta una distinción de autoctonía y un alto valor para la práctica revolucionaria.
La educación es para Martí un fenómeno ante todo humano, cultural y social. Critica las escuelas que educan la inteligencia ausente de amor y que no le prestan atención a la espiritualidad humana; pues sólo forman hombres prácticos. La espiritualidad del hombre es el objeto de la educación, y hay que educar: “[...] en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos”. [9] Solo así se logra crear pueblos virtuosos y felices.
No solo es fortalecer el espíritu, es esencial que el cuerpo lo haga en la misma medida: “[...] Un cuerpo vigoroso es como un depósito de fuerzas, en que renueva su energía la mente exhausta. Es urgentísimo para españoles e hispanoamericanos cultivar a la vez las dotes de la mente y las fuerzas del cuerpo [...]” [10] Los ejercicios físicos permiten al hombre desarrollar un cuerpo fuerte, una vida sana y el desenvolvimiento de una rica espiritualidad.
Según Martí, le corresponde a la educación propiciar cambios profundos en el mundo interior del hombre para hacerlo transformador consciente de su medio: “Toca a cada hombre reconstruir la vida: a poco que mire en sí, la reconstruye.” _Y critica- “[...] el que impide, en una vía u otra, en cualquier vía, el libre uso, la aplicación directa y el espontáneo empleo de las facultades magníficas del hombre!” [11]
Educar los sentimientos es lo que permite preparar al hombre, de manera inteligente, para cumplir con las exigencias que la sociedad le impone. Pero que Martí no se detiene a verlo unilateral, sino a través de una relación dialéctica donde lo emocional y lo racional se complementan. La verdadera educación es aquella donde los conocimientos que se enseñan potencian la razón y los sentimientos a la vez.
Para él los problemas de América Latina están, en primer lugar, en la necesidad de formar una cultura diferente a la impuesta por la colonización, de ahí que: “[...] En nuestros países ha de hacerse una revolución radical en la educación, si no se les quiere ver siempre, como aún se ve ahora a algunos, irregulares, atrofiados y deformes, como el monstruo de Horacio: colosal la cabeza, inmenso el corazón, arrastrando los pies flojos, secos y casi en hueso los brazos [...] [12]
Se percata de que la clase social que ostenta el poder político, utiliza los centros educacionales conjuntamente con las demás instituciones políticas y administrativas, como instrumento que garantiza sus aspiraciones políticas y de poder, al margen de los intereses populares.
La educación en la región ha de tener como fin preparar al hombre para la vida pues: “Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida.” [13]
Martí comprende que heredamos un tipo de hombre estereotipado, enajenado, que repite patrones de conducta que no le permiten explicar su propia realidad, y mucho menos dirigir la nueva nación sin caer en el peligro de copiar modelos ajenos a nuestra realidad.
A la educación agraria le presta una importancia especial por tener América Latina un sustento eminentemente agrícola y considera que: “[...] la educación pública vaya desenvolviendo, sin merma de los elementos espirituales, todos aquellos que se requieren para la aplicación inmediata de las fuerzas del hombre a la naturaleza.- Divorciar al hombre de la tierra es un atentado monstruoso [...]” [14]
Para Martí la educación ha de ser pública y obligatoria para campesinos y clases desposeídas, que se han de educar en la observación directa, con la aplicación de los adelantos científico-técnicos que más directamente se pueden relacionar con las condiciones de nuestras tierras.
Expresa la relación entre educación y revolución popular. La educación constituye el vehículo, que junto a la práctica revolucionaria, permite a las grandes masas convertirse en las protagonistas efectivas de los cambios sociales. Entiende que no hay progreso verdadero sin la amplia participación popular.
Las políticas educacionales han de dirigir sus acciones a la formación de sentimientos patrióticos. Al constituir ello la levadura superior, donde se reafirma la confianza en lo mejor del hombre y en la autenticidad de nuestros pueblos: “La educación tiene un deber ineludible para con el hombre, -no cumplirlo es crimen: conformarle a su tiempo- sin desviarle de la grandiosa y final tendencia humana. Que el hombre viva en analogía con el universo, y con su época [...]” [15]
La educación de la libertad es un problema social en la región, pues se requiere de sistemas realmente formadores de conciencia, donde los hombres puedan: “[...] vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la Libertad, como viven en el goce del aire y de la luz.” [16]
La educación es, en Martí, un instrumento poderoso en la obtención de la riqueza espiritual y un arma efectiva en la lucha por la independencia y la redención de los pueblos, pues “Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual.” [17]
Reconoce como un derecho de los habitantes del campo y la ciudad la educación básica. En el caso de la mujer aprecia el papel social que debe desempeñar, de aquí la necesidad de su educación como un imperativo justo y civilizador: “Si la educación de los hombres es la forma futura de los pueblos, la educación de la mujer garantiza y anuncia los hombres que de ella han de surgir [...]” [18]Martí a diferencia de otros pensadores de su época no discrimina a la mujer, aprecia su verdadero rol como elemento educador y productor de valores culturales.
Martí también se solidariza con la clase obrera y plantea la necesidad de crear Kindergate gratuitos para que ellos puedan elevar su cultura, que para él es la causa de sus malas condiciones de vida, y plantea: “Hasta que los obreros no sean hombres cultos no serán felices [...]” [19]
A los niños, sin distinción de clase o posición social van dirigidas sus aspiraciones educativas, pues merecen una adecuada instrucción y educación en correspondencia con las necesidades y exigencias de la sociedad.
La enseñanza primaria debe cambiar de verbal a experimental y que el niño se plantee la necesidad de descubrirlo todo, y busque las respuestas a cada una de sus interrogantes, en constante intercambio con la naturaleza.
El proceso educativo debe ser democrático, laico, científico y útil, basado en el diálogo constructivo-participativo. Estas condiciones ponen a los seres humanos en capacidad de crear los instrumentos y medios de transformación sobre profundas bases éticas, teniendo en cuenta los intereses individuales y los del colectivo social.
El papel social de la educación dimana de su misma esencia y propósitos, pues es “[...] ir a donde va la vida. Es insensato que la educación ocupe el único tiempo de preparación que tiene el hombre, en no prepararlo. La educación ha de dar los medios de resolver los problemas que la vida ha de presentar [...]” [20]
El sujeto descubrirá sus potencialidades con la utilización de métodos que lo sitúen en condiciones de resolver los problemas que más lo afectan. El conocimiento debe partir de la práctica y luego elevarse al pensamiento. Por esa razón: “[...] gran bendición sería, si las escuelas fuesen aquí como son en mayor grado en esto en Alemania, casas de razón donde con guía juiciosa se habituase al niño a desenvolver su propio pensamiento, y se le pusiera delante, en relación ordenada, los objetos e ideas, para que deduzca por sí las lecciones directas y armónicas que le dejan enriquecido con sus datos, a la vez que fortificado con el ejercicio y gusto de haberlos descubierto.” [21]
Se ha de enseñar de forma ordenada y sistemática pues, “la elemental pedagogía enseña que dañan los intervalos a la educación”. [22] Precisa el carácter sistémico de la educación, pues “No fructifica la educación si no es continua y constante [...]” [23]
El hombre es semejante a sí mismo, las vestimentas, las lenguas, las religiones, nos hacen diferentes, pero en lo esencial, la naturaleza humana es igual en todas partes. El hombre necesita encontrarse y reconquistarse, ascender en su condición de ser humano. Ser verdaderamente hombre es una tarea difícil y ésta es la misión final de la educación como “[...] único medio de salvarse de la esclavitud. Tan repugnante es un pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como esclavo de hombres de sí mismo.” [24]
Martí comprende que por la naturaleza social del conocimiento, la aplicación creadora y racional de los adelantos de la ciencia y la técnica constituyen una necesidad en el análisis de los valores que se forman en la actividad educacional.
[...] que haya escuelas buenas donde se pueda ir a aprender ciencia, no es lo que ha de ser. Que se trueque de escolástico en científico el espíritu de la educación; que los cursos de enseñanza pública sean preparados y graduados de manera que desde la enseñanza primaria hasta la final y titular, la educación pública vaya desenvolviendo, sin merma de los elementos espirituales, todos aquellos que se requieren para la aplicación inmediata de las fuerzas del hombre a las de la naturaleza [...] a los hombres que viven en la naturaleza, el conocimiento de la naturaleza [...] [25]
Se exige un sistema de valores que integre de manera armónica “[...] la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos,” [26] la formación una conciencia sobre la base de la cultura de los sentimientos y la razón en un clima de justicia y equidad.
El cultivo de la virtud acerca al hombre a su patria, lo convoca en el cumplimiento desinteresado del deber, a profesar sentimientos de amor y admiración hacia el trabajo como actividad útil, pues: “Un pueblo instruido ama al trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque.” [27] Con ello se establece una relación real del hombre con su mundo, que estimula el desarrollo de una rica espiritualidad y así rescatar las mejores tradiciones de los pueblos. [28]
Para José Martí el mundo exterior se puede conocer y hacerlo mejor, siempre y cuando esté mediado por una eticidad que manifieste la relación deber-virtud, construido mediante la razón y el bien, pues “[...] el hombre, dichoso por la virtud, cree lo que ve, y ve en sí y fuera un mundo claro y mejor [...]” [29]
La escuela debe dotar a los individuos de los conocimientos que les permitan desentrañar las causas que provocan nuestros problemas, para que puedan valorar y comprender los verdaderos caminos de su definitiva liberación: “[...] edúquese en los hombres los conceptos de independencia y propia dignidad [...] para la defensa de la dignidad y la independencia de la patria.” [30]
El Apóstol orienta educar una cultura del trabajo, necesaria en un continente que por la explotación colonial de varios siglos, lleva a que para la mayoría de sus habitantes signifique sometimiento, y las clases dominantes lo consideren una actividad que rebajaba su condición social.
Bajo estas condiciones se hace compleja la educación, debido a los nexos que se deben establecer entre valoración y actividad práctica. Hay que formar en el hombre un conocimiento real del trabajo para que adquiera una significación vital. Esto se logra mediante una actividad educativa que vincule al individuo desde los primeros años de vida a la práctica laboral. Se han de cultivar sentimientos de amor al trabajo útil y digno. Martí critica los sistemas educacionales que separan al hombre de sus necesidades reales.
Se ha de entender el trabajo como un deber primario y social, en el sentido de reconocer al hombre trabajador, como el verdadero creador de la riqueza espiritual y material de la humanidad.
La función educativa del trabajo está en:
“El que más trabaja es el que es menos vicioso, el que vive amorosamente con su mujer y sus hijos. Porque un hombre no es una bestia hecha para gozar, como el toro y el cerdo; sino una criatura de naturaleza superior, que si no cultiva la tierra, ama a su esposa, y educa a sus hijuelos, volverá a vivir indudablemente como el cerdo y como el toro.” [31]
Comprende el valor ético del trabajo y critica aquellos sistemas educacionales que separan y enajenan al individuo de esta actividad, pues para José Martí vale más el hombre en la medida en que es trabajador, honrado.
Propone la incorporación del trabajo productivo a las actividades escolares por el papel formativo que puede desempeñar en las nuevas generaciones de latinoamericanos, condenados a vivir esencialmente de la agricultura, por ello, para Martí detrás de cada escuela debe existir un taller agrícola. [32]
Una escuela útil, que acomode la enseñanza a las necesidades reales de quien la recibe; y contribuya a que el hombre latinoamericano aprenda los oficios que lo hacen dueño de sí: “Ventajas físicas; mentales y morales vienen del trabajo manual [...] El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos.” [33]
Destaca la importancia de las escuelas de mecánica, oficios, agricultura y la educación laboral en general, como factor que incorpora al hombre de manera útil y consciente a la transformación, que conduce al progreso social. La educación como un elemento desalienador que permita alcanzar una vida superior. Esta es la esencia del humanismo práctico y liberador martiano, expuesto con precisión en el artículo “Trabajo Manual en las Escuelas”. [34]
La educación práctica debe corresponder con las necesidades de quien la recibe, capacitarlo en los conocimientos y habilidades para enfrentar con objetividad los problemas de la vida: “Es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en la perdurabilidad y trascendencia de la vida.” [35]
La educación para la vida se logra en aquellas escuelas capaces de desarrollar en los estudiantes los conocimientos, hábitos, capacidades y habilidades necesarias. No deben ser enseñadas cosas triviales: “Puesto que se vive, justo es que donde se enseñe, se enseñe a conocer la vida. En las escuelas se ha de aprender a cocer el pan de que se ha de vivir luego.” [36]
Para que la escuela cumpla esta función hay que cambiar los programas viejos y convertir la enseñanza retórica en experimental y científica.
La concepción martiana de la unidad del estudio con trabajo es continuación de la tradición de pensamiento cubano y latinoamericano, principio esencial para educar al hombre moderno, y desarrollar un pensamiento inteligente, producto y reflejo de la actividad práctica: “Esta educación directa y sana; esta aplicación de la inteligencia que inquiere a la naturaleza que responde; este empleo despreocupado y sereno de la mente en la investigación de todo lo que salta de ella, la estimula y le da modos de vida; este pleno y equilibrado ejercicio del hombre, de manera que acá como de sí mismo puedan ser, y no como los demás ya fueron; educación natural, quisiéramos para todos los países nuevos de América.” [37]
En las tierras americanas la inteligencia tiene el papel social de ser creación y aplicación, pues, “[...] el hombre sólo ama verdaderamente, o ama preferentemente, lo que crea [...]” [38] La búsqueda creciente de humanidad en la actividad social es lo que hace Martí, a sabiendas de que en el universo de lo realmente humano: “La práctica sesuda se impone a la teoría ligera [...]” [39]
La práctica social determina las necesidades, fines, intereses, medios y condiciones en que se ha de desarrollar la actividad educacional. De la reflexión realizada desde esta perspectiva es que Martí destaca el valor de la educación y las posibilidades que brinda al sujeto para enfrentar y resolver de manera independiente y ordenada las tareas: “La educación ha de ir donde va la vida. Es insensato que la educación ocupe el único tiempo de preparación que tiene el hombre, en no prepararlo. La educación ha de dar los medios de resolver los problemas que la vida ha de presentar. Los grandes problemas humanos son: la conservación de la existencia, -y el logro de los medios de hacerla grata y pacífica.” [40]
Según Martí, evitar el divorcio entre la formación técnica y la espiritualidad es tarea esencial de los sistemas educacionales. La principal tarea de la educación siguiendo el legado de José de la Luz es sembrar hombres: “Lo que estamos haciendo son abogados, y médicos, y clérigos, y comerciantes; pero ¿dónde están los hombres? [...]” [41]
El modelo educacional que nos propone es esencialmente sociocultural: el sujeto del aprendizaje tiene la responsabilidad de asumir de manera independiente el rol que le corresponde en su propia educación, pues: “[...] no hay mejor sistema de educación que aquel que prepara [al] niño a aprender por sí.” [42] Tiene conciencia del papel que desempeña la escuela en la organización de las condiciones del devenir político, ideológico, social. El hombre como actor de dicho proceso responde a los intereses y necesidades de su entorno. Al respecto planteó:
Educar no debiera ser eso, ni echarle al hombre el mundo encima, de modo que no quede por donde asomar los ojos propios; sino dar al hombre las llaves del mundo, que son la independencia y el amor, y prepararle las fuerzas para que lo recorra por sí, con el paso alegre de los hombres naturales y libres. [43]
En Martí, sus concepciones sobre la actividad educacional, se fundamentan en la significación que le concede a las relaciones entre la valoración y el conocimiento, en que la práctica es el núcleo estructurador del sistema de actividades mediante la cual se articula la relación sujeto-objeto en el proceso de aprendizaje.
Con suficientes razones se ha conceptuado a Martí como guía espiritual del presente y el porvenir de la humanidad. La cualidad ético-moral de su producción teórica avala su programa educativo y los cauces de realización social e individual que le son inmanentes.
Comprometido con la causa liberadora y de transformación social y cultural, desarrolla una filosofía de la liberación total del hombre, como defensa, preservación y desarrollo de la identidad latinoamericana.
En el ideario educativo del Apóstol resaltan tres direcciones fundamentales que permiten el análisis sistémico estructural para la revelación de sus aspectos esenciales, que constituyen una unidad significativa. Como expresión concentrada de su ideal humanista al considerar, que la educación es un modo de ascensión humana, tiene una condicionalidad histórico-social, y que el fin de la educación es preparar al hombre para la vida.
Preparar al hombre para la vida en las condiciones de nuestra América, es formar una cultura de resistencia, del ser, capaz de convertir sus ideales en baluarte inexpugnable para la defensa de su identidad, una cultura de la razón y los sentimientos, y revertir las condiciones dramáticas de nuestros pueblos.
Martí exige una revolución profunda y auténtica, donde se renueve toda la vida espiritual por medio de la educación masiva e integral, capaz de elevar la calidad humana del hombre latinoamericano, y prepararlo para resolver los retos que el presente y el futuro le imponen en las esferas económicas, políticas y sociales. La educación es un hecho cultural y genuinamente humano, en el que el hombre ocupa el lugar central en las acciones transformadoras.
El proyecto de liberación y de emancipación social de José Martí incluye una reforma educacional radical, en el sentido que entiende la educación como el paso esencial que antecede a los demás cambios sociales. Esto nos permite afirmar que en el plano práctico, Martí entiende que la educación es la primera tarea antes de implantar los restantes programas sociales, ya que ello es lo que garantiza el éxito de la revolución.
El carácter popular de la educación es el rasgo fundamental de su pensamiento educacional, reconoce que las masas constituían la fuerza esencial de los movimientos sociales que conducirían al desarrollo y a la creación de una nueva sociedad, de ahí la imperiosa necesidad de educar al pueblo.
Martí, hombre práctico, atrapa su época y la realidad de su mundo con el único objetivo de transformarlo. No se considera un especialista de la educación como disciplina particular, sino el maestro que tuvo la capacidad de análisis para avizorar la misión que le corresponde a la educación para lograr el equilibrio del hombre latinoamericano.
BIBLIOGRAFIA
- Albert Batista, Celsa: Las ideas educativas de José Martí. Universidad Católica de Santo Domingo. Editorial Gente, República Dominicana. 1992.
- Almendros, Herminio: A propósito de La Edad de Oro. Editorial Gente Nueva, La Habana. 1972.
- Borroto López, Lino T.: Educación e identidad cultural: Reflexiones en torno al problema en América Latina y el Caribe. Universidad de La Habana, 2000. (Inédito).
- Chávez, Justo A. Del ideario pedagógico de José de La Luz y Caballero (1800-1862) Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La Habana. 1992.
- Colectivo de autores. Martí y la educación. Editorial Pueblo y Educación. Ministerio de Educación, La Habana. 1996.
- CEPAL: Vigésimo octavo período de sesiones de la CEPAL en Ciudad de México: Educación y empleo. Las dos llaves maestras para el desarrollo. 3 al 17 de abril del 2000. w.w.w.eclae.cl./ espanol/ libros / eslabon.htm
- CEPAL. Nuevo libro de Ernesto Ottone y Martín Hopenhayn de la CEPAL: Urge reformar la educación en América Latina. w.w.w.eclae.cl./ espanol/ libros / eslabon.htm
- González Negrón, Nancy. "Consideraciones en torno a Martí y la educación en América". Revista Universidad de La Habana, número 219. Imprenta Urselia Díaz Báe, Ministerio de Cultura, La Habana. 1983.
- Guadarrama, Pablo. "Martí dentro del concepto latinoamericano de humanismo". Revolución y Cultura, 3. La Habana. 1995.
- Hernández, Rafael. "Notas sobre una cultura de izquierda. La otra muerte del dogma". La Gaceta de Cuba. Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, 5, 1994.
- --------- "Martí y el poder de la ideología". Revolución y Cultura. Número 3, La Habana. 1995.
- James Figarola, Joel. "Concepto martiano del hombre común". Revolución y Cultura, 3, La Habana. 1995.
- ---------- José Martí; homenaje al Apóstol en el 84 aniversario de su natalicio. Editorial Voluntad, La Habana. 1937.
- Lozano Ros, Jorge Juan. "Un pueblo para el bien de todos". Centro de Estudios Martianos, La Habana. 1994. (material mimeografiado).
- ---------- "José Martí: La virtud en la educación". Centro de Estudios Martianos, La Habana. 1994. (material mimeografiado).
- Martínez, Martha. " La paideia y la filosofía de la educación en la Grecia antigua". Jornada sobre la filosofía y la cultura griega. Editorial Félix Varela, La Habana. 1999.
- Martínez Heredia, Fernando. "Martí ante la realidad y la utopía de hoy". Revolución y Cultura, 3, La Habana, 1995.
- Martí, José. Escritos sobre Educación. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1976.
- ---------- Ideario Pedagógico. Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1961.
- ---------- Obras Completas en 27 Tomos. Editora Política, La Habana, 1975.
- Ministerio de Educación. Maestros. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1971.
- Otto Dill, Hans. El ideario literario y estético de José Martí. Editorial Casa de las Américas, La Habana, 1975.
- Prieto, Abel. "Martí y la masa inteligente y creadora". La Gaceta de Cuba. Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, 5, La Habana, 1994.
- Pupo Pupo, Rigoberto. Filosofía e identidad en la obra de José Martí. (Libro en proceso de edición). La Habana.
- Reyes Fernández, Eusebio. Félix Varela. 1788-1853. Editorial Política, La Habana, 1989.
- Ronda, Adalberto. "José Martí: Alcance de su presencia". Bohemia. Año 85, 4. La Habana, 22 de enero de 1993.
- Toledo Benedit, Josefina. La ciencia y la técnica en José Martí. Editorial Científico-técnica, Ciudad de La Habana, 1994.
- Tünnermann, Bermheim. La educación superior en el umbral del siglo XXI. Ediciones CRESAL C / UNESCO, Caracas, Venezuela, 1996.
- Turner Martí, Lidia. "Aproximación a la teoría pedagógica de José Martí". Revista Bimestre Cubana. Sociedad Económica de Amigos del País. Volumen. LXXVIII, La Habana. Enero junio de 1995.
- Vitier, Cintio. "El Padre Félix Varela como precursor del ideario martiano". Anuario del Centro de Estudios Martianos, 12, La Habana, 1989.
- ---------- "Algunas reflexiones sobre José Martí". Intervención en la Conferencia "José Martí, hombre universal". Palacio de las Convenciones, La Habana, 1992.
- ---------- "José Martí fundador de la nacionalidad cubana". Conferencia presentada en el Evento Internacional Crisol de la Nacionalidad Cubana, Bayamo, 1993


________________________________________
[1] Declarado “Maestro de América” por la Universidad de La Habana en 1953.
[2] José Martí: Revista Universal. México, 25 de mayo de 1875. O. C., t. 6, p. 211.
[3] Martí valora que “Sarmiento, el verdadero fundador de la República Argentina, y hombre de reputación europea, sobre ser innovador pujante, acaba de decir de mí. No me conoce, y aun sospechaba por mis opiniones sobre los Estados Unidos, no tan favorables como las suyas, que no era muy mi amigo. “Carta a Fermín Valdés Domínguez”. Nueva York, 28 de febrero de 1887. O. C., t. 20, p. 325.
[4] José Martí: “Carta a Rafael María de Mendive”, 15 de enero 1871, O. C., t. 20, p. 247. Además recomendamos por su alto contenido ético y educativo el trabajo que el Apóstol le dedica en El Porvenir de Nueva York y que se publica el primero de julio de 1891, O. C., t. 5, p. 250.
[5] Isabel Monal: “Esbozo de las ideas en América Latina hasta mediados del siglo XX.”. Filosofía en América Latina. Editorial “Félix Varela”, Ciudad de La Habana, 1998, p.1.
[6] Movimiento filosófico de los seguidores de Karl C. F. Krause (1781-1832), alemán de nacimiento y que tuvo varios simpatizantes en España a mediados del siglo XIX. Sus presupuestos son esencialmente éticos y defensores de la enseñanza libre. Llaman al perfeccionamiento del ser humano según su naturaleza más propia.
[7] Cuando Martí llega a este país, ya existen las escuelas de agricultura, de oficio y las universidades pasaban a ser las más importantes del mundo. Se había introducido el modelo educativo alemán basado en la estrecha asociación entre la investigación y la docencia. Uno de los pedagogos pragmáticos más importantes de Norteamérica es John Dewey, creador de la escuela activa, basada en el método del problema, que propicia la vinculación del estudio y el trabajo.
John Dewey (1859-1952), pertenece a la corriente del pragmatismo, creada por William James, corriente de la conciencia que se refiere a las conductas humanas y que reconoce como único criterio para juzgar la verdad los fundamentos prácticos. Su relación con el positivismo está en ser una corriente conciliadora a partir de nuevos fundamentos y lo determinante son los aspectos cuantitativos y no cualitativos
[8] El transcendentalismo es una doctrina filosófica idealista y religiosa, que plantea que toda experiencia puede llevarnos a un más allá que nos descubra el universo. Es materia de fe y no de demostración. Es un movimiento informal, anticonvencional llamado club transcendental que se congrega en Boston desde 1836 y su figura principal es Emerson.
[9] José Martí: “Educación popular”. O. C., t. 19, p. 375
[10] José Martí: “Sección constante”, La Opinión Nacional, Caracas 25 de enero de 1882. O. C., t. 23 p. 171.
[11] José Martí: “Prólogo al poema del Niágara de J. A. Pérez Bonalde”. O. C., t. 7, pp. 230-231.
[12] José Martí: “La Escuela de Mecánica”. La América, Nueva York, septiembre de 1883. O. C., t. 8, p. 279.
[13] José Martí: “Escuela de Electricidad”. La América, Nueva York, septiembre 1883. O. C., t. 8, p. 281.
[14] José Martí: “Educación científica”. La América, Nueva York, septiembre de 1883. O. C., t. 8, p. 278.
[15] José Martí: La América, Nueva York, enero de 1884. O. C., t. 8, p. 430.
[16] José Martí: “Maestros ambulantes”. La América, Nueva York, mayo de 1884. O. C., t. 8, p. 288.
[17] José Martí: “El prólogo al Poema del Niágara de J. A. Pérez”. O. C., t. 7, p. 230.
[18] José Martí: Revista Universal de México, 13 de mayo de 1875. O. C., t. 6, p. 201.
[19] José Martí: La América, Nueva York, Septiembre de 1883. O. C., t. 8, p. 352.
[20] José Martí: “Fragmentos”. O. C., t. 22, p. 308.
[21] José Martí: “Carta al Señor Director de La Nación, Buenos Aires, 28 de septiembre de 1886”. O. C., t. 11, p. 81
[22]José Martí: Revista Universal, México, 6 de julio de 1875. O. C., t. 6, p.261.
[23] José Martí: Ibídem, p. 260.
[24] José Martí: Apuntes personales. O. C., t. 19, p. 376.
[25] José Martí: “Educación Científica”. La América, Nueva York, septiembre de 1883. O. C., t. 8, p. 278.
[26] José Martí: “Educación Popular”. O. C., T. 19, p. 375.
[27] José Martí: Obra citada, O. C., t. 19, p. 375.
[28] José Martí: Folleto Guatemala, México, 1878. O. C., t. 7, p. 157.
[29] José Martí: “Juan J. Peoli”. Patria, 22 de julio de 1893. O. C., t. 5, p. 283.
[30] José Martí: Revista Universal, México, 25 de mayo de 1975. O. C., t. 6, p. 209.
[31] José Martí: “Hombre del campo”. O. C., t. 19, p. 382.
[32] José Martí: “Trabajo manual en las escuelas”. La América, febrero de 1884. O. C., t. 8, p. 287.
[33] José Martí: Ídem, p. 285.
[34] José Martí: La América, Nueva York, febrero 1884. O. C., t. 8, pp 285- 288.
[35] José Martí: “Maestros Ambulantes”. La América, Nueva York, mayo de 1884. O. C., t. 8, p. 288.
[36] José Martí: “Cartas al Señor Director de La Nación”, Nueva York, julio 8 de 1883. O. C., t. 9, p. 445.
[37] José Martí: “Trabajo Manual en las Escuelas”. La América, Nueva York, febrero de 1884. O. C., t. 8, p. 287.
[38] José Martí: “El hombre antiguo de América y sus artes primitivas”. La América. Nueva York, abril de 1884. O. C., t. 8, p. 332.
[39] José Martí: “Cuadernos de Apuntes”. O. C., t. 21, p. 164.
[40] José Martí: “Otros Fragmentos”. O. C., t. 22, p. 308.
[41] José Martí: “Bronson Alcott. El Platoniano”. O. C., t. 13, p. 189.
[42] José Martí: La América, Nueva York, noviembre de 1883. O. C., T. 8, p.421.
[43] José Martí: La Nación, Buenos Aires, Nueva York, 15 de agosto de 1889. O. C., t. 12, p. 290-291.

PEDRO VERDECIE PÉREZ: MAESTRO MARTIANO

PEDRO VERDECIE PÉREZ: MAESTRO MARTIANO

Conferencia presentada en Homenaje a Pedro Verdecie Pérez en la Feria del Libro en Las Tunas, 6 de marzo de 2009.
Ante el Dr. Pedro Osmundo Verdecie Pérez, estamos en el deber de exaltar sus aportes a la vida socio-cultural de la ciudad de Las Tunas, ciudad que lo acoge como uno de sus hijos más ilustres por su conducta ejemplar e intransigente: abogado, periodista, maestro, político y trabajador social.
Nació el 4 de diciembre de 1918 en el lugar conocido por Santa Lucía, en el actual territorio Rafael Freire en la provincia de Holguín, siendo el primer hijo de Pedro Verdecie Muir y Cristina Pérez Santiesteban, quienes tuvieron 6 hijos.
El padre era trabajador azucarero. Se muda la familia para el poblado de Victoria de las Tunas en 1923. El traslado del lugar de residencia estuvo motivado por desavenencias de Don Pedro con la Empresa Santa Lucía Sugar Company después de haber trabajado varios años en ella. En la nueva residencia establece una bodega y por disgusto de su socio, ya que fiaba demasiado abandona esta labor para abrir un taller de estribos donde laboraba toda la familia.
Pedrito, cursó estudios hasta el quinto grado en diferentes escuelas de la ciudad donde sus maestros lograron despertar su labor intelectual. Estando en cuarto grado leyó muchos de los libros de la biblioteca particular de su maestra Celsa Bello Salgado, entre los libros estaba Historia Natural del alemán Claus. Por orientación de esta maestra en 1931 participó en el Concurso Anual de Historia auspiciado por el Gobierno Provincial de Oriente. Obtuvo premio, pero nunca lo recibió. Fueron tan buenas las relaciones entre la maestra y él, que ella antes de morir entregó su autobiografía al alumno.
Ante el asesinato del estudiante revolucionario Rafael Trejo, el 30 de septiembre de 1930, participó en la primera manifestación del estudiantado tunero conocida como La Tángana, realizada en la Escuela Pública Intermedia, donde se rompieron fotos del tirano Gerardo Machado, reglas, pupitres y tuvo que intervenir la policía.
Pedro desde su niñez manifestó poseer una actitud revolucionaria, de lucha contra las injusticias, las tiranías, el imperialismo y los males sociales. Utiliza como arma de lucha el ideario martiano; que estudia, divulga y enseña durante toda su existencia.
Su afición por la literatura la revela en 1930 con varios escritos en poesía, ensayos y cuentos que nunca se publicaron y que se conservan, entre ellos el siguiente:
Adelantes camaradas.
Ya el sol sube por el horizonte
Marchemos, desafiemos.
A el tronar de los cañones
A el silbar de las balas.
Desafiemos a los tiranos
Que hace tiempo nos oprimen,
!Adelante! siempre nosotros
diremos así, nuestra patria
Gime ya !Adelante compañeros!
Ya es tiempo de libertarla,
Y de que los tiranos mueran…
Nótese como este niño de 12 años ha tomado conciencia del problema nacional y la forma en que lo refleja en el escrito, en ello tuvo que ver los percances por los que pasó la familia, pero además hay que tener presente la situación existente en Cuba en esos años, aunque lo más importante es cómo él la comprende y la solución que propone en este himno.
En las escuelas de la ciudad solo se impartía hasta el quinto grado y al no tener la familia recursos para costear los estudios en otras ciudades, el repitió el grado, posteriormente estudió de forma autodidacta inglés y mecanografía.
En 1934 Fundó junto a otros jóvenes el Patronato Pro Escuela Primaria Superior que no tuvo éxito por la reacción del gobierno de Fulgencio Batista.
En 1935 integró una de las células de La Joven Cuba radicada en la ciudad de Victoria de Las Tunas, la que en unión de otras de la zona oriental organizó una salida hacia México con el objetivo de realizar una expedición a Cuba. Fueron descubiertos y aunque a Pedro no se le permitió formar parte de la expedición, por ser menor de edad, fue detenido con el resto de sus compañeros, cumpliendo prisión por dos meses en cárceles de Tunas y Santiago de Cuba, en el Cuartel Moncada y en el Vivac Municipal tunero. Todo el proceso se registró en la causa # 83/ 1936 del Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba.
Cuenta Pedro que al llegar a Las Tunas el pueblo les dio un gran recibimiento. En sus memorias plantea:
"Estas semanas de prisión me fueron útiles y dolorosas al mismo tiempo. Me sentí orgulloso de lo que había hecho y estaba haciendo, y todavía mantengo dicho orgullo. Me llenó de odio hacia las tiranías y las injusticias y llenó mi corazón de ternura y afán de sacrificio por las causas justas y nobles". (Pp. 3 y 4)
Es en esta prisión cuando por primera vez entra en contacto con el ideario de José Martí a través del libro Martí el Apóstol de Jorge Mañach.
En 1938 ingresó a la Logia Juvenil Soles de Hiram auspiciada por la Logia Masónica Hijos de Hiram. Aquí logra el grado 32 dentro de la orden.
En 1939 siendo estudiante del Bachillerato se inició en el magisterio en el colegio privado "Panchín Varona", posteriormente trabajó durante cinco cursos, hasta 1946, en el Colegio "Victoria de Las Tunas" donde impartía Economía Política, Introducción a la Filosofía, entre otras asignaturas.
En 1938 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Holguín en la modalidad de estudios libres, haciendo los cuatro años en dos. En 1940 obtiene el título de Bachiller en Ciencias y Letras.
Durante estos años de bachillerato fundó la Unión Estudiantil de Tunas, la precursora de la Biblioteca Pública y también ingresó en la Casa de la Cultura donde desarrolló actividades en pro de la República Española.
En octubre y noviembre de 1939 fue el director del periódico Mensual, que solo circuló estos dos meses y era el órgano de la Unión Estudiantil de Tunas, organización que agrupaba a los estudiantes de las escuelas públicas y Pedro era el secretario de la organización.
Esta publicación tuvo como objetivos la fundación de la primera Biblioteca Pública, inauguración de la Cátedra Popular y unir al estudiantado en lucha por sus demandas, su lema era "Por la cultura y el progreso".
"Cultura. Del intelecto, del sentimiento, del carácter: de la vida. Este es el derrotero, no importa si abrupto, para recrearse en las nuevas auroras. La conquista de los derechos conculcados, el cumplimiento estricto del deber, en una palabra: la dignificación humana, son los medios que proporciona la cultura: especie vital y potencia inconmensurable." (Nuestros Propósitos. P. 2)
Nótese el ánimo martiano en el planteamiento, así también las necesidades libertarias de la época; la libertad espiritual es lo fundamental.
En los demás artículos se hace referencia respetuosa y comprometida al papel de los estudiantes en la unidad y solución de los problemas.
Recuérdese el texto "Tres Héroes" que aparece en La Edad de Oro de José Martí a través del siguiente llamado:
"La juventud tunera ha de demostrar lo que es !O se une en apretado haz o se hace cómplice del crimen que se comete con el derecho de los pueblos de ser cultos! (Editorial, P. 3)
En otro escrito se hace una profunda crítica al analfabetismo existente en el territorio y al atraso que posee en relación a otras zonas de la región oriental, fundamentalmente en cuanto a las escuelas necesarias y la poca cantidad de graduados universitarios.
"Hoy Tunas tiene treinta estudiantes universitarios y un número mayor del bachillerato, que son un exponente del progreso de este pueblo, al cual se le tachaba por su desidia y falta de deseos de aprender, cuando lo que había era impotencia económica de estudiar en el lejano Santiago". (P. 9)
Anteriormente en el artículo se refirió a cómo en más de 30 años de república solo se había graduado de la Universidad un tunero, por suerte en la especialidad de Agronomía, para un territorio eminentemente agropecuario.
Los realizadores de Mensual reflejaron su relación con otras organizaciones estudiantiles del país, y así lo manifiestan con la Federación Estudiantil Universitaria y la celebración del Congreso Nacional de Estudiantes. De este congreso se publica el temario completo, contenido en 21 aspectos.
En 1940 en el Colegio Victoria de las Tunas se inauguró la Biblioteca Pública Cucalambé que tuvo una vida muy corta.
Desde el 23 de abril al 10 de julio del 41 Verdecie redactó 48 editoriales para la Emisora Local, CMKJ donde divulgó temas históricos, políticos y culturales.
En el año 1942, el 7 de diciembre, se funda la primera Cátedra de Estudios Martianos en Las Tunas. Pedro, que era profesor de octavo grado del Colegio Victoria de Las Tunas, redacta el discurso inaugural y a partir de aquí se dedica a promover conversatorios martianos y otros tipos de actividades para que los jóvenes conocieran al Apóstol. Uno de los aspectos que facilitaba este trabajo era la existencia en la Biblioteca Pública de las obras del Martí, pues en esos años, cada tomo de las obras martianas tenía el alto costo de 25 pesos.
Por cursos libres estudió en la Universidad de La Habana graduándose de doctor en Derecho el 22 de febrero de 1946 y de notario público el 10 de julio de 1956.
En 1944 Toma posesión el Alcalde Municipal José Hernández Cruz quien designa a Pedro Verdecie Pérez como Contador Municipal. Al año siguiente Secretario de la Administración Municipal, cargo que ocupó hasta 1952. Se retoma la iniciativa de Pedro sobre la fundación de la biblioteca.
Entre el 46 y el 47 a raíz de un artículo publicado en el periódico local La Lucha, dado por la aceptación popular desarrolló una campaña para poblar de árboles la ciudad y con ello dio vida al ya establecido Día del Árbol.
El 20 de diciembre de 1947 contrajo matrimonio con Olga Cruz Leyva, hija de colonos y graduada de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. El día escogido para el casorio coincide la fecha del matrimonio de Martí y Carmen Zayas Bazán.
Pedro está presente en todo el acontecer político y cultural de la ciudad, publicando artículos en varios periódicos y ya es considerado como una de las personalidades más importante de la vida socio-cultural tunera. Así lo refleja el Cuadro de Honor publicado en la edición de Las Tunas de Ayer y de Hoy, en 1950.
Es fundador del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) ocupando cargos en el municipio y fue delegado a la Asamblea Nacional de 1950, donde conoció a Fidel Castro y fue capaz de comprender la intransigencia revolucionaria de aquel joven. . Ante su decepción por las elecciones del partido en 1951 renuncia a sus cargos partidistas, aunque no se separa del mismo.
El 28 de enero de 1951 se inauguró la Biblioteca Pública José Martí y Pedro es designado director y como bibliotecario al tabaquero jubilado Manuel Medina, persona muy culta.
Verdecie fue fundador en 1951 de la Asociación de Periodistas, donde se aglutinaban los miembros de la Asociación de Prensa Radial y Escrita y el Círculo de Periodistas. Este mismo año, el 10 de julio del 51 fundó Pro Arte junto a otros jóvenes, organización dedicada a promover las producciones artísticas del territorio y de la nación, con el fin de desarrollar la cultura del pueblo tunero. En 1952, en la celebración del primer aniversario estuvo Harold Gramatges, quien llega a ser una de las figuras más importantes de la música cubana y Premio Iberoamericano de la Música.
Con el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952 el gobierno Municipal Ortodoxo fue expulsado del poder y la biblioteca prácticamente desapareció.
Publica su folleto Bandera e imprenta. No banderita: bandera, en 1951. Según consta en el libro Pedro Verdecie Pérez fue Laureado con la Medalla del Centenario de la Bandera Cubana.
El libro consta de dos partes; una dedicada a rendir homenaje a la bandera cubana en su centenario, así como a la coincidencia con la introducción de la imprenta en Tunas por Don José A. Mercader Durán y la publicación del primer libro del terruño. Flores del Alma de Don Manuel A. Nápoles.
En la nota final del primer escrito manifiesta una vez más su patriotismo cuando planteó:
"… Unidos Cultura y Libertad, integraremos una cabal nacionalidad y nuestra República alcanzará, definitivamente, la realización de los grandes destinos que le están deparados por la geografía y la historia, con hombres bien hombres y mujeres bien mujeres, y donde, como dijera Martí el culto a la dignidad plena del hombre sea el primero de los deberes del cubano." (P. 12)
Este artículo fue publicado antes en la edición extraordinaria de Navidad de El Veterano en 1950.
El segundo escrito contenido en el folleto No banderita ¡Bandera! y que había sido publicado en 1950 en el periódico La Lucha, el autor rinde culto a nuestra enseña nacional y a las concepciones martianas al respecto.
Desde 1952 funda junto a otras personas el Patronato Pro Escuela Profesional de Comercio y en él laboró hasta el 60. Aquí también fue titular en Economía y Comercio Nacional y Extranjero, sustituyendo en Geografía Económica e Historia del Comercio. Durante estos años de trabajo no recibió un centavo ya que el colectivo pedagógico no contaba con un fondo y solo los impulsaba el deseo de desarrollar la ciudad.
A raíz de los festejos por el Centenario del Natalicio de José Martí el Colegio Nacional de Abogados convoca a un concurso donde Verdecie obtiene accésit con su trabajo El pensamiento jurídico de José Martí. Este trabajo se publicó por la Casa Gallardo Impresores de Las Tunas en 1954.
El prefacio fue escrito por destacado historiador Emeterio S. Santovenia y en el primer párrafo planteó:
"El doctor Pedro Verdecie Pérez es un cultor avisado de la memoria de Martí. Esta actividad suya se manifiesta en ideas y hechos. Desde Victoria de las Tunas irradia magníficas lecciones cívicas y morales. El ejemplo que da él edifica y perdura."
Lo más curioso de esta evaluación es que al revisar la prensa de la época pre y post revolucionaria siempre que se han emitidos criterios acerca de Pedro coinciden en que es un hombre de bien moral y martiano, muy dedicado a su trabajo.
El triunfo de la Revolución lo sorprende en La Habana donde estaba refugiado por su actividad revolucionaria y regresa a Las Tunas el 13 de enero y es nombrado Abogado Consultor Honorario y Delegado ante la Secretaría de la Administración Municipal.
Fue el iniciador del Cursillo de Capacitación Técnica de los empleados municipales de Victoria de Las Tunas en 1960, impartiendo las asignaturas de Derecho Constitucional y Principios de Economía Política.
En marzo de este año ingresa en las Milicias Nacionales Revolucionarias donde realizó diferentes trabajos como parte del pueblo. En 1961 se integró en la Campaña de Alfabetización. Participó en el Congreso Nacional para organizarla, siendo el primer Secretario del Consejo Municipal de Educación y de la Comisión Técnica de la Alfabetización.
Es delegado al Primer Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y al Primer Congreso Nacional de Cultura en 1961.
Durante este año escribe y realiza diferentes programas para la emisora local CMKT:
- Programas varios: 7
- Historia de la patria: 28
- Programas especiales: 31
- Comentarios sobre libros: 101
- Cultura Para el Pueblo: 33
Redactaba un programa que salía de lunes a sábado titulado "El Municipio Informa" que existió desde el 2 de noviembre de 1959 hasta el 23 de enero del 61 y que se trasmitía por las tres emisoras de radio que habían en la localidad. Eran informaciones del Gobierno Municipal y otras. Siempre comenzaba los programas con pensamientos de José Martí.
El Gobierno Revolucionario designa a Verdecie Pérez la reorganización de la biblioteca que él fundó, creando las plantillas y cursos para los empleados, en 1962 se designa un local propio a la institución y el 28 de enero de 1963 el lugar que ocupa en la actualidad.
Fue designado nuevamente profesor de Economía Política del Instituto de Administración y Comercio y director de la Escuela de Secretariado. Al siguiente curso ocupó la dirección de Instituto, donde laboró por mucho tiempo y ocupó diferentes responsabilidades que compartía con otras actividades de corte cultural, relacionadas con la divulgación del ideario martiano y el trabajo con niños y obreros.
En 1970 Obtiene la Medalla y Condecoración Frank País por contar con más de 25 años de servicios en la docencia.
Por los resultados de su trabajo en los diferentes aspectos de la vida cultural y ser Maestro Destacado estuvo en la tribuna con Fidel Castro en el Acto por el Centenario del 10 de Octubre de 1868.
Participó en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura realizado en 1971, congreso histórico por la importancia de las temáticas debatidas y su papel para el posterior desarrollo de la Revolución cubana.
En 1974 fue fundador de la Educación Superior en Las Tunas, impartió la asignatura de Economía Política en la Unidad Docente creada por la Universidad de Oriente en el territorio.
La década del 80 lo sorprendió ejerciendo el magisterio en su Instituto de Economía y realizando otras labores sociales de corte cultural, apoyando al Poder Popular y al Partido en las investigaciones históricas, a la vez que publicaba periódicamente artículos en la prensa local y asesoraba los Seminarios de Estudios Martianos, del que es fundador y participa como jurado. También forma parte del Grupo Provincial de Estudios Martianos.
En 1989 se acogió a la jubilación, dedicándose desde entonces al trabajo de investigación histórica y la atención a Círculos de Interés, e impartiendo conferencias en centros educacionales y de trabajo.
Obtiene el Premio Nacional que otorgó la CTC en 1992 con su ponencia "Martí y los trabajadores".
Dentro de las actividades por el centenario de la caída en combate de José Martí, Pedro no solo participó en muchas actividades, sino que también fue reconocido por las autoridades locales y la población en general. Dentro de estos reconocimientos se cuenta la Condición "Martiano de Nuestro Tiempo" otorgada por la Cátedra Martiana del Centro Universitario de Las Tunas, cátedra de la que él es fundador y donde desarrolló múltiples actividades con los estudiantes y profesores.
A raíz de la celebración del Bicentenario de la Ciudad de Las Tunas en 1996, se reconoce como uno de los hijos que más han aportado a la cultura local, al ya declarado Hijo Ilustre de la Ciudad.
Entre los múltiples reconocimientos recibidos por su destacadísima labor como promotor cultural, periodista, abogado y educador se encuentran:
- Orden Frank País, por más de 25 años de maestro. 1970
- Distinción Enrique Hart. 25 años de trabajo en el sector de la administración pública.
- Sello Conmemorativo por los 20 años de vigilancia revolucionaria.
- Distinción 28 de Septiembre.
- Sello conmemorativo por el 30 aniversario de la fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública. 1991
- Placa Conmemorativa de la Jornada Cucalambeana por su apoyo al desarrollo de la cultura tunera.
- Medalla de la Alfabetización.
- Placa Conmemorativa por el Centenario del asesinato de Vicente García.
- Distinción Félix Elmusa, máxima condecoración que concede la UPEC.
Los sellos por los 25 y 30 años de la Educación Superior en Las Tunas.
Pedro Verdecie Pérez fue Miembro de Honor de la Asociación de Pedagogos de Cuba y de Unión de Periodistas de Cuba, así también miembro de La Sociedad de Juristas de Cuba, de la Sociedad de Historiadores de Cuba y de la Sociedad Cultural José Martí.
Mientras tuvo salud no hubo evento científico, peña cultural o política, donde no estuviera Pedro Verdecie Pérez. Siempre dispuesto a prestar sus conocimientos, históricos y culturales a estudiantes, trabajadores e investigadores que a su casa llegamos, poniendo a disposición su archivo personal, sus enseñanzas y amor a la sabiduría, haciendo gala de su condición de maestro martiano.
En Pedro Verdecie Pérez se encierran los valores patrióticos y éticos que caracterizan al tunero revolucionario. Como maestro mantuvo una labor constante encaminada a divulgar y enseñar el ideario de José Martí, a la vez que asumió una posición martiana ante su quehacer cotidiano y para ello utilizó todos los medios disponibles; la prensa, la radio, el aula, los museos, bibliotecas, centros de trabajo y tribunas públicas.
Lo que más llamó la atención en las valoraciones realizadas acerca de la personalidad de Verdecie Pérez fue su devoción al fomento de lo mejor de la cultura, la historia tunera y nacional, así como sus concepciones acerca del trabajo y deber hacia los humildes y explotados.
Los tuneros agradecemos a Pedrito, -como familiarmente le llamamos- al exponente del autodidactismo, todos los aportes realizados: la biblioteca, el Instituto de Economía, los estudios martianos y de la historia local, su periodismo, su acción política y en especial su martiano magisterio.
Pedro Verdecie Pérez fallece a la edad de 89 años el 10 de enero del 2008, su ciudad le rinde honores porque honores merece este intelectual que ha pretendido liberar a nuestro pueblo desde la cultura, por ser seguidor del pensamiento de José Martí que nos orienta: "Ser cultos para ser libres."

BIBLIOGRAFÍA:
-. Verdecie Pérez, Pedro O.: Archivo personal.
-. ----------- Bandera e Imprenta. No Banderita; Bandera! Editora Moderna. Las Tunas, 1951.
-. ----------- Agramonte en Martí. Discurso. Enero de 1951.
-. ----------- El Pensamiento Jurídico de José Martí. Casa Gallardo Impresores, Las Tunas, 1954
-. ----------- Mensual. Periódico de la Unión de Estudiantes Tuneros. Las Tunas, # 1 y 2. Octubre y noviembre, 1939.
-. ----------- Ismaelillo. Patria, Órgano de los antiguos estudiantes del Seminario de Estudios Martianos de La Habana. La Habana, 1957
-. ----------- La divulgación popular del Derecho Notarial y su orientación vocacional. En Revista Jurídica # 7, abril-junio, año III. 1985

LIBERTAD E INDEPENDENCIA EN JOSÉ MARTÍ

 

Dr. C. Alberto Velázquez López

Dra. C. Ada Bertha Frómeta Fernández

(Publicado en Revista Cubana de Ciencias Sociales, 33, 2003 y en Sapere Aude, Revista de Filosofía, Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Nro. 2, 2007)

 

La libertad constituye un concepto básico de las ciencias del hombre y en especial de la filosofía política. En apariencia, libertad y gobierno constituyen dos conceptos excluyentes según el discurso liberal, pues todo gobierno se opone a la libertad del individuo, de aquí que aquel Estado potente regule el mercado y por tanto la libertad individual. “Libertad y orden, autonomía y autoridad, individuo y comunidad: en la conjunción de los polos de estas dicotomías se encuentra una rica problemática clásica y actual, añeja pero vigente, cuyo propósito principal es la reflexión acerca de una forma social en la que la persona se desarrolle plenamente sin coacciones ni obstáculos y, al mismo tiempo, lo hagan sin oponerse a los demás y sin que los otros sean medios sino fines.”[1]

Sin embargo, el pensamiento liberal en su totalidad no puede resolver el problema de la libertad al detenerse sólo en lo político o económico, sin tener en cuenta los demás aspectos de la vida social. Hoy día,  ante el proceso de globalización neoliberal los cuentistas sociales, desde sus diferentes puntos de vistas y ramas del conocimiento se consagran a encontrar nuevas soluciones a los problemas de la libertad, pues se requiere de formulaciones teóricas y prácticas sociales que permitan alcanzar la plena realización de los individuos, que dado el grado de desarrollo actual, el mundo se nos presenta como un complejo sistema de relaciones tanto personales, sociales e individuales muy difíciles de encausar hacia una armonía y equilibrio entre aspiraciones, necesidades y realización humanas.

Desde nuestra realidad, el ideario de José Martí constituye una fuente conceptual de gran importancia para la interpretación de la libertad como ideal y consecuentemente, es una perspectiva de realización que los cubanos debemos estudiar y presentar al mundo. Todo lo cual permitirá una mejor comprensión del proyecto revolucionario cubano iniciado el Primero de enero de 1959.

 José Martí analiza la libertad desde la perspectiva de la patria en su condición de colonia, y desde la otra vertiente, los impedimentos que limitan la libertad de los individuos y las colectividades humanas. Siempre asume esta cuestión como necesidad de la esencia natural y social del hombre y de las relaciones entre los pueblos y sus culturas.

No parte del mercado como la mayoría de los pensadores liberales, sino de las condiciones de desigualdad e injusticia, de explotación física y mental, propias del sistema de poder colonial que aplasta a la nación cubana, que como comunidad humana definida por sus intereses y necesidades, exige nuevas formas de gobiernos y de relaciones entre los individuos. Se requiere un Estado constituido mediante la unión de todas las personas, bajo leyes que aseguren la libertad natural –como primera condición- así como las libertades civiles y políticas: “Martí expresa y defiende el punto de vista de que la libertad cívica no es meramente un atributo posible de la vida social, sino una condición inalienable para poder vivir de acuerdo con la naturaleza del hombre, es un derecho natural humano.” [2] Es una concepción de la libertad donde el individuo es el centro directo en vínculo con los demás. Cualquiera de los textos escritos por él demuestra esta afirmación, recordemos por ejemplo, “La república española ante la revolución cubana” o “Nuestra América”, por solo citar dos ejemplos.

Coincide con el francés Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), al intentar encontrar la forma en que las leyes que rijan a un pueblo sean auténticamente emanaciones de la voluntad general, sobre un fundamento ético es la única vía para la revolución social. Sin fantasías democráticas, Martí idea una república de unidad, ejercida por la comunidad soberana de individuos, donde la lucha, teniendo como base el ideal humanista oriente a los hombres hacia acciones éticas y políticas, o sea, prácticas revolucionarias radicales, en las que se unan amor y sabiduría, conciencia y ciencia, teoría y práctica.

Más que una concepción de la política cotidiana, desarrolla un pensamiento filosófico, imprescindible para el proyecto emancipador, donde libertad es equidad individual y colectiva, es unidad de idea y conocimiento de la esencia conforme a modos reales de aprehensión del mundo. Son contrarios a la libertad el individualismo, el sometimiento, la autoridad infundada y la injusticia.

La libertad política implica soberanía nacional y posibilidades de participación sin inquisiciones discriminatorias o enajenantes. Exige una equidad de poder político entre todos los elementos de la sociedad para que la autoridad y las opiniones no se concentren en pocas manos.[3]

Desde el punto de vista económico la libertad nacional implica poseer una capacidad para producir diversos productos y comercializarlos con muchos pueblos, pues de ser con un solo país traería consigo la pérdida de la libertad. La proporción entre producción e intercambio con otros países es condición esencial para evitar el sometimiento extranjero.

La libertad cultural es una de las grandes preocupaciones de Martí. Critica el proceso de colonización cultural y la copia de culturas ajenas como las europeas y norteamericana, que en momentos de redefinición para la región latinoamericana eran objetos de copia por muchos intelectuales y mandatarios. Llama a la defensa de nuestra identidad y alerta el peligro de la recolonización por estas potencias económicas y políticas. Sus artículos sobre la Conferencia Interamericana de Washington de 1889 y  la Conferencia Monetaria de 1891 y los textos conocidos como “Nuestra América”, constituyen proyectos de emancipación y protección de nuestra cultura frente al imperialismo yanqui. “El ideario martiano es de defensa a la cultura latinoamericana, que alejado de todo nacionalismo burgués, asume un carácter político en el enfrentamiento a todo tipo de explotación y discriminación”.[4]

Desde la perspectiva martiana, es necesario distinguir entre el arbitrio y la libertad: el primero es hacer lo que se quiere; lo segundo, en cambio, es hacer lo que se debe, es lo que tiene valor por responder a un carácter auténticamente humano. A diferencia de Kant y Hegel, que oscilaron entre las dos verdades, Martí no las ve por igual, pues la libertad para él sólo adquiere forma y contenido en el grado de perfección humana: “[...] Todo va acrisolándose por el ejercicio del bien, y convirtiéndose en esencia espiritual, presente aunque invisible. Todo es orden en las almas ya libres, cuya acción superior, e influjo directo, sienten confusamente en esta vida las almas irredentas. Edúquese lo superior del hombre, para que pueda, con ojos de más luz, entrar en el consuelo, adelantar en el misterio, explorar en excelsitud del orbe espiritual.” [5]

Con ello fundamenta una concepción ética de la libertad donde el orden y la voluntad se sintetizan en el individuo libre y en las instituciones sociales y políticas que responden a su condición de hombre. Es una concepción de libertad con ausencia de dominación, donde las relaciones de dependencia e independencia entre ciudadanos, se concibe como regularidad de la comunidad política ante la imposibilidad de que todos participen en el gobierno. La individualidad se fundamenta en el desarrollo de todos los hombres dueños de sí mismos en el plano individual y comunitario.

El proceso de participación política determina la construcción de una sociedad propia de hombres libres de restricciones y de obstáculos para el desarrollo de sus facultades y satisfacción de necesidades, con autonomía y con la única dominación que presuponen las normas que establece el bien y el deber común: “[...] La libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la libertad espiritual [...]” [6]

Es una sociedad ideal donde la unión de los seres humanos sin distinciones ni intolerancias, con desacuerdos y diferencias, ciertamente, pero unidos alrededor de presupuestos y hábitos que aseguran una libertad integral, no total, pues como reconoce existen diversos factores que pueden limitarla.

Su visión de la posible y necesaria armonía entre los cubanos a expensas de sus similitudes -no de las diferencias-, constituye un modelo trascendental cuyas formas políticas y éticas concretas constituyen un modelo utópico, que en las condiciones de la época es un hecho de alto valor conceptual.

En Martí, la utopía está en manifestar la crítica y proponer alternativas para cambiar las condiciones de vida,  a la vez que aporta una perspectiva realista al partir de las propias condiciones y potencialidades humanas.[7] Con ello aporta una concepción revolucionaria del progreso humano, pues todo lo  piensa con miras a un futuro mejor.

En los textos martianos la libertad aparece como la atmósfera natural del hombre y  fuerza espontánea de su ser: la libertad es hacer y no hecho, proceso y no resultado; nunca se alcanza totalmente, siempre aparecerá en el horizonte una porción de libertad que habrá que conquistar y defender. Se observa también la íntima relación de la libertad con la inteligencia: ella es condición indispensable para el espíritu creador, pues: “[...] así es la Libertad de esencia de la vida. Cuanto sin ella se hace es imperfecto [...]”[8]

Martí defiende la libertad de pensamiento, de expresión y desarrollo de las facultades humanamente entendidas. Para él, el mejor gobierno no es el que menos gobierna, sino el que mejor se corresponde con la identidad del país y procura hallar soluciones reales a sus problemas.

La libertad constituye para nuestro Apóstol la esencia de la vida y de la personalidad humana, porque quien carece de libertad no es enteramente hombre y quien priva de ella a un semejante carece de dignidad, pues su extinción equivale a la muerte moral del ser humano: “[...] Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual. El primer trabajo del hombre es reconquistarse. Urge devolver a los hombres a sí mismos; urge sacarlos del mal gobierno de la convención que sofoca o envenena sus sentimientos, acelera el despertar de sus sentidos, y recarga su inteligencia con un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso. Sólo lo genuino es fructífero.”[9]

El principal desvelo de Martí con respecto a la libertad es político, porque evidentemente, si el gobierno opera con la justicia con que debe hacerlo, las demás libertades se realizarán del mismo modo, pues de estar regida una sociedad por normas del más estricto fundamento ético, el ciudadano se ve respaldado por todo cuanto le corresponde como persona, por condición natural, teniendo en cuenta que: “[...] Una es la libertad y distintas las maneras de conseguir su afianzamiento [...]”[10]

Martí está siempre muy vigilante respecto a la falta de libertad dondequiera que fuese y de modo muy especial en el continente americano; para él la dignidad de los pueblos estriba en saber defender su libertad y, a la vez, respetar la de los demás. Sin ninguna dubitación la libertad de Cuba condensa y expresa toda la obra de pensamiento y acción del Apóstol. Para él libertad e independencia de la Patria son cuestiones inherentes y esenciales.

Se consagra a reivindicar la relación existente entre la libertad y la igualdad. Aunque es cierto que el lema revolucionario de 1789 en Francia introdujo ambos conceptos, también es visible que la mayor parte de los intelectuales de aquella época centraron parte de sus argumentaciones en una excesiva sacralización del principio de libertad, olvidándose de buscar métodos oportunos para lograr una igualdad de derechos. Pues bien, para nuestro Apóstol entre los objetivos que debe perseguir la sociedad y el poder político está promover, sustentar y defender la igualdad de los ciudadanos, creando el contexto adecuado que permita disfrutar de una libertad real sobre la comprensión de que: “La libertad es como el genio, una fuerza que brota de lo incógnito; pero el genio como la libertad se pierde sin la dirección del buen juicio, sin las lecciones de la experiencia, sin el pacífico ejercicio del criterio". [11] .

Su interpretación de la libertad, en cuanto a la presencia del hombre en la política se refiere y a las actividades que dentro de ella se realizan, han de conservan la dignidad humana como exigencia que determina el grado de libertad alcanzado.

Presupone un proceso que va de lo formal a lo “ilustrado”, al conocimiento de los derechos y deberes, así como de la ascensión constante a formas y resultados que se evalúan por el tipo de hombre que producen esas condiciones de libertad. De hecho Martí concibe la necesidad de una cultura de la libertad, con lo que reconoce el carácter histórico general e histórico concreto en el caso de Cuba.

No es una concepción abstracta o “fórmula banal”, es una visión integradora de tradiciones y saberes que en su socialización rigen la estructura de la República. La libertad,  “es la condición ineludible de toda obra útil”.[12] Por lo que “es indispensable que tenga realidad en la vida cotidiana del Estado y de los individuos”.[13]

Contempla siempre al hombre como insustituible actor del drama del devenir social; y a la colectividad como escuela de su formación cívica y pretexto de su misión de servir. Las vías hacia la libertad no son únicamente de carácter político, son indispensables así mismo los altos valores éticos en la conducta de los ciudadanos. El individuo ha de estar sujeto a ciertas reglas morales, sin las cuales no es posible alcanzar la armonía social y personal.

Desde el punto de vista ético, constituyen condiciones para la libertad el amor, la dignidad, el decoro, el bien, la justicia, la virtud y la paz.

La política ha de conservar indefectiblemente su carácter de “contienda libre” de ideales humanos, y como deber admitido ha de “conducir a la concordia”. La búsqueda y sostén de la libertad ha de ser obtenido a través de la justicia, sin la cual es libertinaje o tiranía: “[...] la libertad de la patria no está en el nombre de libertad, sino en el trato afectuoso y el ajuste de intereses de todos sus hijos [...]”[14]

En Martí, libertad e independencia constituyen una unidad que no sólo se refiere al problema patrio, sino también a la persona humana, tanto en lo espiritual como en lo material. La independencia de la patria no es un fin, sino un medio para lograr con la revolución la libertad y con ella, la transformación radical de la sociedad colonial.[15] Garantizar la libertad y la independencia exige de una racionalidad para hacer que los hombres actúen en correspondencia con el bien común.

Existen factores naturales que pueden limitar la libertad, entre ellos las condiciones en que viven algunos pueblos, no obstante Martí le presta mayor atención a los aspectos sociales y políticos. Dentro de lo social, la incultura constituye uno de los mayores frenos para ejercitar la libertad, y en lo político se requiere establecer formas de gobierno que garanticen la justicia colectiva y la independencia nacional de constitución y salvaguarda de nuestra cultura.

Como se puede apreciar, sus concepciones sobre la libertad y la independencia no se quedan en el plano de las relaciones políticas entre colonia y metrópoli; su proyecto de la nueva república contiene la realización plena de cada uno de sus ciudadanos, vista en sí mismo y por los demás en toda la amplitud de su espíritu.[16] Martí proyecta una concepción de la libertad real, con independencia total como única alternativa para resolver los problemas de Cuba, el equilibrio político de la región y el enfrentamiento a la expansión norteamericana.

Las claves filosóficas martianas sobre la cultura, el hombre,  la política, el poder político, la libertad, el deber social y la unidad revolucionaria, se concretan en su ideal humanista de entraña política, comprometido con la independencia nacional.

El valor que tiene la filosofía política de José Martí, no está dado en la coincidencia o cercanía que pueda tener con las ideologías más revolucionarias actuales, sino en ver hasta dónde sus puntos de vista son previsores y germinales de los posteriores procesos. Previsor de las tendencias del desarrollo mundial, nos presenta el paradigma de la independencia total de Cuba como vía para la solución de los problemas del hombre y la nación

No se trata de ir a buscar todas las soluciones a los problemas de hoy en las ideas de Martí. Se requiere asumir las nuevas exigencias con el mismo espíritu de la filosofía política martiana. Una filosofía que no se queda en el presente con actitud contemplativa. Se dirige al futuro con ansias de humanidad, con el solo objetivo de fundar una República nueva y próspera para el bien común.

En fin, para Martí, la verdadera política debe estar sustentada en una cultura de propósitos y cultivo humano, para poder constituirse en empresa de las grandes masas; “Con todos y para el bien de todos”.[17]

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Avalo Tenorio, Gerardo (1996): Leviatán y Behemoth. Figuras de la idea del Estado. Universidad Autónoma Metropolitana. México.

Cantón Navarro, J. (1995): “Rasgos del pensamiento democrático y revolucionario de José Martí”. Revista Cubana de Ciencias Sociales, (30), Ciudad de La Habana.

Cintio, Vitier (1996): “Los discursos de Martí”. Temas martianos. Departamento Colección Cubana, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana.

Fernández Retamar, Roberto (1991): “El credo independiente de la América nueva”. Anuario del Centro de Estudios Martianos, (14), Ciudad de La Habana.

Frómeta Fernández, Ada Bertha: “José Martí y la cultura griega en La Edad de Oro”. Ada Bertha Frómeta Fernández y Alberto Velázquez López. Tercera Jornada de la Cultura y la Filosofía Griegas. Boletín 2001 de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas, Ciudad de La Habana, 2001.

Hernández, Rafael (1995): “Martí y el poder de la ideología”. Revolución y Cultura, (3), Ciudad de La Habana.

Herrera, Guillermo (1989): “Política y cultura en Nuestra América”. Memoria, Simposio Internacional “Pensamiento político y antimperialista en José Martí”. Editorial de Ciencias Sociales, Ciudad de La Habana.

Limia David, Miguel (1995): “El problema de la relación individuo-sociedad en el pensamiento político de José Martí”. Revista Cubana de Ciencias Sociales, número 30. Ciudad de La Habana.

Martí Pérez, José (1963-1965): Obras Completas en 28 tomos, Editora Nacional de Cuba e Instituto Cubano del Libro, La Haban

Miranda Francisco, Olivia (1995): “Historia, cultura y revolución en Martí”. Revista Cubana de Ciencias Sociales, (30), Ciudad de La Habana.

Monal, Isabel (1973): “José Martí: del liberalismo al democratismo antimperialista” Casa de las Américas 13 (76), mayo-junio, La Habana.

Morales Pacheco, Graciela (1998): El concepto de justicia social y su concreción teórica y práctica en el pensamiento de José Martí. Tesis de maestría, Universidad de La Habana, Ciudad de La Habana.

Peramo Cabrera, Hortensia (1997): “El proyecto cultural en el modelo socio-político de José Martí. Homenaje a José Martí en el primer centenario de su muerte en combate. Escuela de Historia, Universidad  Michuacana de San Nicolás de Hidalgo, México.

Pérez Concepción, Hébert (1994): José Martí y la práctica política norteamericana. (1881-1889). Editorial Oriente, Santiago de Cuba.

Pupo Pupo, Rigoberto(1995): “José Martí: autoconciencia, trascendencia y contemporaneidad”. Revista Cubana de Ciencias Sociales, # 30. Editorial Academia, La Habana 1995

Roig de Leuchsenring, Emilio(1983) : Tres estudios martianos. Colección de Estudios Martianos. Centro de Estudios Martianos, La Habana.



[1] Gerardo Avalo Tenorio: Leviatán y Behemoth. Figuras de la idea del Estado. Universidad Autónoma Metropolitana. México, 1996, p. 18.

[2] Miguel Limia David: “El problema de la relación individuo-sociedad en el pensamiento político de José Martí”. Revista Cubana de Ciencias Sociales, número 30. 1995. Ciudad de La Habana. P. 37.

[3] Idem.

[4] Ada Bertha Frómeta Fernández: “José Martí y la cultura griega en La Edad de Oro”. Ada Bertha Frómeta Fernández y Alberto Velázquez López. Tercera Jornada de la Cultura y la Filosofía Griegas. Boletín 2001 de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas, Ciudad de La Habana, 2001.

[5] José Martí: “Carta al Director de El Partido Liberal. 17 de diciembre de 1891”. O.C., t. 12, p. 504.

[6] José Martí: “Libros”. O.C.,  t. 18, p. 290.

[7] Es conocido que el término utopía a lo largo de la historia ha tenido diferentes interpretaciones. Tomás Moro inicia la tendencia de comprender la utopía como un pensamiento crítico, alternativo. Después del fracaso de las revoluciones de 1848, la burguesía utiliza el término para designar lo irrealizable. El marxismo por su parte al considerar que no sólo se requiere del conocimiento de las necesidades, sino también de las posibilidades de realización, comienza a diferenciar las utopías como proyectos políticos. En la década del 60 cuando los países exsocialistas se consideraban llegando al comunismo, pensadores como los de la escuela de Frankfurt plantearon el fin de la utopía, que en los medios burgueses se divulga como ausencia de ideas alternativas, y con ello daban una imagen eterna del capitalismo. Por nuestra parte, en Cuba, la solución al  respecto aparece en el libro Un grano de maíz: Conversación con Tomás Borge, donde Fidel Castro plantea que somos utópicos en el sentido de tener esperanzas en la transformación justa de la sociedad y que el hecho de pensar en ello es ya construirla. (Capítulo XIII) Oficinas de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1992.

[8] José Martí: “Libertad, ala de la industria”. La América. 3 de septiembre de 1883. O.C.,  t. 9, p. 451.

[9] José Martí: “El poema del Niágara”. Nueva York, 1882. O. C.,  t. 7, p. 230.

[10] José Martí: “La democracia práctica”. Revista Universal de México. 7 de marzo de 1876. O.C.,  t. 7, p 349.

[11] José Martí: “La democracia práctica”. Revista Universal de México. 7 de marzo de 1876. O.C.,  t. 7, p 347.

[12] José Martí: “Libertad, ala de la industria”. La América, septiembre de 1883. O.C.,  t. 9, 451.

[13] Emilio Roig de Leuchsenring: Tres estudios martianos. Colección de Estudios Martianos. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1983. P. 68.

[14] José Martí: “Los clubs”. Patria, 11 de junio de 1892. O.C.,  t. 2, p. 17.

[15] Roig de Leuchsenring, Emilio. Idem, p. 75.

[16] Velázquez López, Alberto: “El pensamiento martiano en la docencia universitaria de teoría sociopolítica: algunas consideraciones teóricas y metodológicas”. Alberto Velázquez López y Ada Bertha Frómeta Fernández. Selección de Lecturas de Teoría Sociopolítica. Universidad de La Habana. (En proceso de edición)

[17] José Martí: “Discurso en el Liceo Cubano, Tampa, 26 de noviembre de 1891”. O. C., t. 4, p. 279.

PRESENCIA DE JOSÉ MARTÍ EN LA UNIVERSIDAD CUBANA

 

Ada Bertha Frómeta Fernández

Alberto Velázquez López

(Publicado en Revista Honda, Sociedad Cultural José Martí, no. 22, Ciudad de La Habana, 2008)

En el pensamiento educacional martiano hay varias expresiones sobre las universidades, principalmente sus ideas de cómo debían ser en América Latina. Comprende que nuestros pueblos requieren de nuevas universidades pues la independencia y progreso de la región estaba en manos de hombres cultos y solidarios, hombres de su tiempo, no de tecnócratas atrofiados por los libros importados, de ahí que: “[...] En nuestros países ha de hacerse una revolución radical en la educación, si no se les quiere ver siempre, como aún se ve ahora a algunos, irregulares, atrofiados y deformes, como el monstruo de Horacio: colosal la cabeza, inmenso el corazón, arrastrando los pies flojos, secos y casi en hueso los brazos [...] [1]

Según Martí, evitar el divorcio entre la formación técnica y la espiritualidad es misión esencial de los sistemas educacionales. La principal tarea de la educación siguiendo el legado de José de la Luz es sembrar hombres: “Lo que estamos haciendo son abogados, y médicos, y clérigos, y comerciantes; pero ¿dónde están los hombres? [...]”[2] El modelo educacional que nos propone es esencialmente sociocultural: el individuo tiene la responsabilidad de servir a la sociedad que le da origen.

En Cuba, bajo la ocupación norteamericana la enseñanza universitaria se reorganiza con la estructura técnica y administrativa a usanza del modelo interventor con el objetivo de establecer los hábitos del modo de vida norteamericano y así dominar también culturalmente a través del desmontaje de la identidad nacional. Aunque planteaban el propósito de llevar a vías de hecho el ideario pedagógico martiano, ello significaba suplir a José de la Luz y Caballero que era el maestro más popular entre los cubanos. Cierto es que los ideales martianos son más avanzados, pero la razón estaba en los objetivos ideológicos de los interventores y que se garantizaban con una educación orientada hacia la creación de nuevos símbolos. Fue la práctica educativa y la profundización de los estudios realizados por personas honestas lo que garantizó, que Martí fuera rescatado en su verdadera dimensión.

Las indagaciones sobre la presencia martiana en la universidad exigen un arduo trabajo de búsqueda de información en la prensa, archivos y las tendencias de las investigaciones publicadas, así la labor de intelectuales y educadores, lo que requiere de un movimiento investigativo pormenorizado, teniendo en cuenta las contradicciones propias del proceso de asimilación de pensamiento, inmersos en las transformaciones de la sociedad cubana y las luchas ideológicas propias de la época.

Entre las evidencias de la presencia del pensamiento martiano en la universidad cubana en los primeros años del siglo XX, lo constituye el libro de Medardo Vitier, Martí, su obra política y literaria, publicado en 1911 por la Imprenta La Pluma de Oro, de Matanzas y según consta en el texto fue premio del Colegio de Abogados de La Habana. No hemos encontrado otra referencia anterior, sí que el concurso se mantuvo. En el año del centenario del natalito del Apóstol lo obtiene Leopoldo Borrego Estuch y los accésit Eloy G. Meriño Brito y  el tunero Pedro Verdecie Pérez con el trabajo con El pensamiento jurídico de José Martí, texto que es un clásico en los estudios de esta arista. Max Enrique Ureña logra la mención honorífica.

Julio Antonio Mella (1903-1929) desarrolla en 1923 el Congreso Universitario en el que llama al estudio de la vida y obra del Apóstol, a una campaña de alfabetización, y crea la Universidad Popular José Martí, siendo el tributo digno de la juventud cubana al Maestro.

En la década del 30, debido a la situación revolucionaria, se produce un realce de la presencia de José Martí en la vida nacional, encabezado por los representantes de la intelectualidad más revolucionaria, progresista y antimperialista. Entre ellos, Enrique José Varona, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente-Brau, Raúl Roa, Nicolás Guillén, José Antonio Portuondo, Angel I. Augier, Leonardo Griñán Peralta, Sergio Aguirre, Antonio Martínez Bello, Alejandro Vergara, Juan Marinello, Medardo Vitier y otros, que contribuyeron a sacar a la luz el pensamiento radical de Martí.

Como consecuencia del fracaso de la Revolución del 33 y por el papel que desempeñan la intelectualidad y los sectores más cultos y progresistas de la sociedad cubana, entre ellos los estudiantes, se desarrolla todo un movimiento de divulgación del ideario del Maestro, donde la Universidad ocupa un papel protagónico. No sólo aporta líderes revolucionarios, martianos por esencia, sino que también utiliza medios como la radio para divulgar, entre otros temas, el ideario del Apóstol a través de la transmisión de los programas "La Universidad del Aire",  y se publicaron folletos con las intervenciones.

En 1941 Félix Lizaso llama a crear la Cátedra José Martí, pero que fuera dirigida por la Biblioteca José Martí, que aún no se había construido, toma como modelo la Cátedra Alejandro Korn del Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires que se dedicaba al estudio de la filosofía.

En la Universidad de La Habana se inaugura el Seminario Martiano el 17 de noviembre de 1941, con el propósito de divulgar y promover un culto consciente al Apóstol. El 13 de mayo de 1942 se hizo la clausura del primer curso y se entregaron los premios. El Seminario, dirigido por Gonzalo de Quesada y Miranda, alcanzó cada vez mayor amplitud. Reconocido oficialmente por la Facultad de Filosofía y Letras el 11 de octubre de 1946, se ofrecían a través de programas teórico-prácticos, cursos para mayores de 17 años y para diferentes niveles de enseñanza. Hubo carreras como Periodismo y Filosofía que exigían a sus estudiantes cursar el Seminario de forma obligatoria, reglamento que desaparece con la Reforma Universitaria de 1962.

El 19 de mayo de 1942 en los jardines del edificio hoy Ignacio Agramonte de la Facultad de Derecho, se devela un busto del Apóstol. El acto fue organizado por el Comité Estudiantil Universitario de Ayuda a las Democracias.

En este mismo año en la Escuela de Verano de la universidad se inicia un ciclo de conferencias sobre José Martí, impartido por el doctor Federico de Córdova, que trata temas como Martí idealista, escritor, orador, americanista, en sí cinco conferencias durante el mes de agosto.

En diciembre se realiza la segunda Fiesta Martiana organizada por la Asociación Universitaria José Martí, en el programa se destacan ponencias sobre el amor en la política de Martí. Esta asociación va a desempeñar un importante papel en la organización de actividades en homenaje a Martí durante la década del cuarenta, principalmente por el 18 de enero y el 19 de mayo, siendo el Aula Magna el sitio recurrido.

En 1947, en la ciudad de Santiago de Cuba se funda la Universidad de Oriente cuyo lema central lo constituye el principio "Ciencia y conciencia" que de hecho se constituye un compromiso para la educación cubana y martiana.

Es el 27 de enero de 1950 cuando se inaugura, en el Aula Magna, la Cátedra Martiana de la Universidad de La Habana, que entre sus objetivos tiene: "[...] mantener siempre viva ante la conciencia universitaria y la patria la vida y obra del Apóstol [...] además, […] presentar valorativamente algún aspecto particular del rico y gigantesco espíritu martiano".[3]

El Rector de la Universidad designó una comisión organizadora integrada por los doctores Salvador Massip, Elías Estralgo, Raimundo Lazo, Jorge Mañach y Gonzalo de Quesada Miranda. Se le encomendó el primer curso al profesor Raimundo Lazo. Estas cátedras no eran permanentes y correspondía al responsable de cada etapa impartir los cursos que considerara pertinente.

El 28 de enero de 1952, se inaugura en los terrenos donde se encontraban los restos de la antigua Cantera de San Lázaro, el Museo José Martí, al que se le da el nombre de Fragua Martiana como iniciativa de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano y que a la vez eran los propietarios del lugar. Al triunfar la Revolución pasó a formar parte del patrimonio de la Universidad de La Habana.

En la docencia universitaria no nos encontramos la existencia de un programa para la enseñanza del ideario martiano como una asignatura, era tratado como parte de los contenidos en Historia y Literatura. Donde se lograba mayor amplitud y profundidad en los estudios y debates era en el trabajo de la Cátedra Martiana y en los seminarios.

La labor martiana en las universidades unió a estudiantes, profesores e intelectuales en el estudio del pensamiento martiano lo que contribuyó a la profundización de la conciencia nacional,  a la unidad de las fuerzas revolucionarias, a la formación de líderes que lucharon por la materialización de los ideales martianos. No hubo programa político, de organización o movimiento progresista en el cual no estuvieran presentes estos ideales y, por otra parte, los estudiantes universitarios escribieron heroicas páginas de lucha, tanto en la defensa de sus intereses, como en el apoyo a las demandas de los sectores oprimidos y progresistas.

El Asalto al Cuartel Moncada establece un nuevo carácter en esta etapa; sus participantes proclamaron no dejar morir al Apóstol en el año de su centenario. El alegato La Historia me Absolverá constituye el documento más martiano que se escribiera durante toda la neocolonia. Fidel recurre en varias ocasiones al legado del Apóstol, a la vez, la interpretación que hace de la realidad cubana y mundial y, sobre todo, la solución que propone al problema nacional está basada en el ideario martiano.

Con el triunfo de la Revolución el Primero de enero de 1959, la divulgación, estudio y realización de los ideales del Maestro en las universidades asume una nueva dimensión. Está en el programa de la Revolución materializar las aspiraciones del Apóstol y desarrollarlas en correspondencia con las necesidades y posibilidades del momento. Con lo que se inicia la sistematización del ideario del Maestro en la realización concreta de las tareas revolucionarias.

A partir de 1960 se inicia el proceso de universalización de la Educación Superior, con gratuidad de estudio, un amplio sistema de becas para los hijos de los campesinos y obreros, cursos de nivelación y para trabajadores.

En estos años se introduce el estudio del ideario de José Martí dentro de las carreras de ciencias sociales y humanísticas, fundamentalmente en las asignaturas Historia e Historia de la Pedagogía, en el caso de esta última que anteriormente solo se estudiaba en las escuelas de maestros normalistas.

Al incorporarse el acervo cultural más avanzado de los años 60 y 70 del mundo, se asumen acríticamente concepciones soviéticas que limitaron el estudio del pensamiento cubano y en especial el de José Martí.

El establecimiento de la enseñanza del Marxismo-leninismo a partir de 1975, limitó la enseñanza del ideario martiano en un breve período por varias razones, entre ellas: la insuficiente preparación de los docentes para aplicar metodologías científicas en la interpretación del pensamiento martiano y revelar que su esencia revolucionaria no entraba en contradicción con el marxismo. El resultado fue que muchos graduados en Historia, Filosofía, etcétera, no conocieron a Martí en su paso por nuestras universidades.

Si una de las conquistas de la Educación habían sido los Seminarios de Estudios Martianos, estos se redujeron considerablemente. En la Universidad de La Habana., gracias a la labor de Gonzalo de Quesada y Miranda, se mantuvieron. En 1972 se inicia un nuevo movimiento, dado a que en el Congreso Nacional de Educación y Cultura, realizado el año anterior, se acordó rescatar esta tradición en toda Cuba. El impulso mayor lo recibieron a partir del II Congreso de la FEU,  donde asumen un nuevo contenido y son denominados Seminario Juvenil de Estudios Martianos, un movimiento dirigido por la Unión de Jóvenes Comunistas para estimular el estudio y la investigación martiana de forma masiva.

A mediados de la década del 70 se crean universidades en las 14 provincias y en algunos municipios, lo que posibilita la incorporación masiva de los jóvenes a los estudios universitarios y que dichas universidades se dedicaran a la formación de profesionales en correspondencia con las necesidades de los territorios y las comunidades.

En la década del ochenta se inicia un movimiento de rescate de la educación martiana en todo el país, en las universidades se reorganizan y crean cátedras martianas en correspondencia con las exigencias de los nuevos tiempos. Aparecen en este orden las primeras en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Centro Universitario Hermanos Saíz de Pinar del Río, se revitaliza en la Universidad de La Habana y en la Universidad Central de Las Villas.

Al crearse la Sociedad Cultural José Martí, el 20 de octubre de 1995, anexa al Consejo de Estado y dirigida por el doctor Armando Hart Dávalos, como parte de la estrategia prevista para la educación del ideario martiano en la vida socio-cultural del país y la promoción a escala mundial, se contempla también la elaboración de programas en el ámbito de los diferentes organismos e instituciones, donde le correspondió al Ministerio de Educación Superior la proyección de este trabajo en las universidades, estableciéndose cuatro líneas fundamentales: docencia, superación, investigación y extensión universitaria.

La campaña realizada por Cintio Vitier con vista a impulsar la educación martiana en todos los niveles y la creación  del cuaderno “Martí en la universidad”, propicia la  realización de  acciones  para garantizar la educación martiana a través del trabajo con los textos martianos.

Con el nuevo siglo se da un proceso de profundización de la política de universalización de la Educación Superior en Cuba que lleva en sí los criterios pedagógicos, culturales y políticos de José Martí. La creación  de nuevas sedes y aulas universitarias en todos los municipios del país para garantizar continuidad de estudios (acceso, retención y graduación) de los egresados de los programas sociales, permitió que miles de jóvenes puedan contar con más oportunidades  para estudiar una carrera universitaria en su propia localidad, sin abandonar su puesto de trabajo o teniendo el estudio como empleo.

Este modelo pedagógico, martiano por esencia al defender la universidad nueva, tiene entre sus características ser flexible, estructurado, centrado en el estudiante, con actividades presenciales sistemáticas, asegura el reforzamiento positivo y mide la eficiencia a partir del progreso individual. Con condiciones para que cada estudiante avance ordenadamente, sin límites de tiempo para terminar sus estudios al ritmo que las circunstancias laborales y personales se lo permitan.

Los profesores son profesionales de la localidad que contribuyen a la formación de sus vecinos, a la vez que se ven estimulados a incrementar su preparación técnica y pedagógica, para lo cual se han organizado sistemas de cursos, maestrías y doctorados.

En estas universidades se crean condiciones para que personas de la tercera edad puedan realizar estudios, así también existen experiencias con reclusos para los que se han establecido aulas dentro de los centros penitenciarios y allí pueden estudiar una carrera universitaria o ser profesores de sus compañeros.

El proyecto de la universidad cubana actual se convierte en uno de los programas más importantes de la Revolución, sus resultados se ven por los cambios en las dinámicas de las comunidades al dar nuevas posibilidades y sentido de vida para todas las personas.

La universalización de la Educación Superior en Cuba ha tenido una gran aceptación en la población porque  el modelo  revela su esencia martiana al tener como rasgos:

- Universidad científica, tecnológica y humanista.

- Formación sobre la base del amplio perfil, con dos ideas rectoras fundamentales:

Unidad entre la educación y la instrucción.

Vinculación del estudio con el trabajo.

- Amplia cobertura de las necesidades de la educación de postgrado.

- Investigación e innovación tecnológica como elementos consustanciales de todo el quehacer  universitario.

- Vinculación con las comunidades y sus instituciones.

- Presente en todo el territorio nacional.

Con la creación de las Sedes Universitarias Municipales no solo se materializan los ideales de José Martí sobre la educación, allí también se realiza un importante movimiento martiano rectorado por las cátedras, con lo que se defiende la meta de mantener vivo en la conciencia universitaria los ideales del Apóstol, para:

Garantizar la libertad humana, -dejar a los espíritus su frescura genuina, - no desfigurar con el resultado de ajenos prejuicios las naturalezas (puras y) vírgenes, - ponerlas en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlas, ni impelerlas por una vía marcada- he ahí el único modo de poblar la tierra de una generación vigorosa y creadora que le falta [...] Urge libertar a los hombres de la tiranía, de la convención, que tuerce sus sentimientos, precipita sus sentidos y sobrecarga su inteligencia con un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso.- Este es uno de esos problemas misteriosos que ha de resolver la ciencia humana-.[4]



[1] José Martí: “La Escuela de Mecánica”. La América, Nueva York, septiembre de 1883. O. C., t. 8, p. 279.

[2] José Martí: “Bronson Alcott. El Platoniano”. O. C., t. 13, p. 189.

[3] "Las Cátedras Martianas en la Educación Superior: Una experiencia renovada". Patria. Cuaderno de la Cátedra Martiana de la Universidad de La Habana. Año 1 número 1, enero de 1988, p. 24.

[4] Martí, J: Libros. O. C., t. 18, p. 290.