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Por Alberto Velázquez López y Ada Bertha Frómeta Fernández

PRESENCIA DE JOSÉ MARTÍ EN LA UNIVERSIDAD CUBANA

 

Ada Bertha Frómeta Fernández

Alberto Velázquez López

(Publicado en Revista Honda, Sociedad Cultural José Martí, no. 22, Ciudad de La Habana, 2008)

En el pensamiento educacional martiano hay varias expresiones sobre las universidades, principalmente sus ideas de cómo debían ser en América Latina. Comprende que nuestros pueblos requieren de nuevas universidades pues la independencia y progreso de la región estaba en manos de hombres cultos y solidarios, hombres de su tiempo, no de tecnócratas atrofiados por los libros importados, de ahí que: “[...] En nuestros países ha de hacerse una revolución radical en la educación, si no se les quiere ver siempre, como aún se ve ahora a algunos, irregulares, atrofiados y deformes, como el monstruo de Horacio: colosal la cabeza, inmenso el corazón, arrastrando los pies flojos, secos y casi en hueso los brazos [...] [1]

Según Martí, evitar el divorcio entre la formación técnica y la espiritualidad es misión esencial de los sistemas educacionales. La principal tarea de la educación siguiendo el legado de José de la Luz es sembrar hombres: “Lo que estamos haciendo son abogados, y médicos, y clérigos, y comerciantes; pero ¿dónde están los hombres? [...]”[2] El modelo educacional que nos propone es esencialmente sociocultural: el individuo tiene la responsabilidad de servir a la sociedad que le da origen.

En Cuba, bajo la ocupación norteamericana la enseñanza universitaria se reorganiza con la estructura técnica y administrativa a usanza del modelo interventor con el objetivo de establecer los hábitos del modo de vida norteamericano y así dominar también culturalmente a través del desmontaje de la identidad nacional. Aunque planteaban el propósito de llevar a vías de hecho el ideario pedagógico martiano, ello significaba suplir a José de la Luz y Caballero que era el maestro más popular entre los cubanos. Cierto es que los ideales martianos son más avanzados, pero la razón estaba en los objetivos ideológicos de los interventores y que se garantizaban con una educación orientada hacia la creación de nuevos símbolos. Fue la práctica educativa y la profundización de los estudios realizados por personas honestas lo que garantizó, que Martí fuera rescatado en su verdadera dimensión.

Las indagaciones sobre la presencia martiana en la universidad exigen un arduo trabajo de búsqueda de información en la prensa, archivos y las tendencias de las investigaciones publicadas, así la labor de intelectuales y educadores, lo que requiere de un movimiento investigativo pormenorizado, teniendo en cuenta las contradicciones propias del proceso de asimilación de pensamiento, inmersos en las transformaciones de la sociedad cubana y las luchas ideológicas propias de la época.

Entre las evidencias de la presencia del pensamiento martiano en la universidad cubana en los primeros años del siglo XX, lo constituye el libro de Medardo Vitier, Martí, su obra política y literaria, publicado en 1911 por la Imprenta La Pluma de Oro, de Matanzas y según consta en el texto fue premio del Colegio de Abogados de La Habana. No hemos encontrado otra referencia anterior, sí que el concurso se mantuvo. En el año del centenario del natalito del Apóstol lo obtiene Leopoldo Borrego Estuch y los accésit Eloy G. Meriño Brito y  el tunero Pedro Verdecie Pérez con el trabajo con El pensamiento jurídico de José Martí, texto que es un clásico en los estudios de esta arista. Max Enrique Ureña logra la mención honorífica.

Julio Antonio Mella (1903-1929) desarrolla en 1923 el Congreso Universitario en el que llama al estudio de la vida y obra del Apóstol, a una campaña de alfabetización, y crea la Universidad Popular José Martí, siendo el tributo digno de la juventud cubana al Maestro.

En la década del 30, debido a la situación revolucionaria, se produce un realce de la presencia de José Martí en la vida nacional, encabezado por los representantes de la intelectualidad más revolucionaria, progresista y antimperialista. Entre ellos, Enrique José Varona, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente-Brau, Raúl Roa, Nicolás Guillén, José Antonio Portuondo, Angel I. Augier, Leonardo Griñán Peralta, Sergio Aguirre, Antonio Martínez Bello, Alejandro Vergara, Juan Marinello, Medardo Vitier y otros, que contribuyeron a sacar a la luz el pensamiento radical de Martí.

Como consecuencia del fracaso de la Revolución del 33 y por el papel que desempeñan la intelectualidad y los sectores más cultos y progresistas de la sociedad cubana, entre ellos los estudiantes, se desarrolla todo un movimiento de divulgación del ideario del Maestro, donde la Universidad ocupa un papel protagónico. No sólo aporta líderes revolucionarios, martianos por esencia, sino que también utiliza medios como la radio para divulgar, entre otros temas, el ideario del Apóstol a través de la transmisión de los programas "La Universidad del Aire",  y se publicaron folletos con las intervenciones.

En 1941 Félix Lizaso llama a crear la Cátedra José Martí, pero que fuera dirigida por la Biblioteca José Martí, que aún no se había construido, toma como modelo la Cátedra Alejandro Korn del Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires que se dedicaba al estudio de la filosofía.

En la Universidad de La Habana se inaugura el Seminario Martiano el 17 de noviembre de 1941, con el propósito de divulgar y promover un culto consciente al Apóstol. El 13 de mayo de 1942 se hizo la clausura del primer curso y se entregaron los premios. El Seminario, dirigido por Gonzalo de Quesada y Miranda, alcanzó cada vez mayor amplitud. Reconocido oficialmente por la Facultad de Filosofía y Letras el 11 de octubre de 1946, se ofrecían a través de programas teórico-prácticos, cursos para mayores de 17 años y para diferentes niveles de enseñanza. Hubo carreras como Periodismo y Filosofía que exigían a sus estudiantes cursar el Seminario de forma obligatoria, reglamento que desaparece con la Reforma Universitaria de 1962.

El 19 de mayo de 1942 en los jardines del edificio hoy Ignacio Agramonte de la Facultad de Derecho, se devela un busto del Apóstol. El acto fue organizado por el Comité Estudiantil Universitario de Ayuda a las Democracias.

En este mismo año en la Escuela de Verano de la universidad se inicia un ciclo de conferencias sobre José Martí, impartido por el doctor Federico de Córdova, que trata temas como Martí idealista, escritor, orador, americanista, en sí cinco conferencias durante el mes de agosto.

En diciembre se realiza la segunda Fiesta Martiana organizada por la Asociación Universitaria José Martí, en el programa se destacan ponencias sobre el amor en la política de Martí. Esta asociación va a desempeñar un importante papel en la organización de actividades en homenaje a Martí durante la década del cuarenta, principalmente por el 18 de enero y el 19 de mayo, siendo el Aula Magna el sitio recurrido.

En 1947, en la ciudad de Santiago de Cuba se funda la Universidad de Oriente cuyo lema central lo constituye el principio "Ciencia y conciencia" que de hecho se constituye un compromiso para la educación cubana y martiana.

Es el 27 de enero de 1950 cuando se inaugura, en el Aula Magna, la Cátedra Martiana de la Universidad de La Habana, que entre sus objetivos tiene: "[...] mantener siempre viva ante la conciencia universitaria y la patria la vida y obra del Apóstol [...] además, […] presentar valorativamente algún aspecto particular del rico y gigantesco espíritu martiano".[3]

El Rector de la Universidad designó una comisión organizadora integrada por los doctores Salvador Massip, Elías Estralgo, Raimundo Lazo, Jorge Mañach y Gonzalo de Quesada Miranda. Se le encomendó el primer curso al profesor Raimundo Lazo. Estas cátedras no eran permanentes y correspondía al responsable de cada etapa impartir los cursos que considerara pertinente.

El 28 de enero de 1952, se inaugura en los terrenos donde se encontraban los restos de la antigua Cantera de San Lázaro, el Museo José Martí, al que se le da el nombre de Fragua Martiana como iniciativa de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano y que a la vez eran los propietarios del lugar. Al triunfar la Revolución pasó a formar parte del patrimonio de la Universidad de La Habana.

En la docencia universitaria no nos encontramos la existencia de un programa para la enseñanza del ideario martiano como una asignatura, era tratado como parte de los contenidos en Historia y Literatura. Donde se lograba mayor amplitud y profundidad en los estudios y debates era en el trabajo de la Cátedra Martiana y en los seminarios.

La labor martiana en las universidades unió a estudiantes, profesores e intelectuales en el estudio del pensamiento martiano lo que contribuyó a la profundización de la conciencia nacional,  a la unidad de las fuerzas revolucionarias, a la formación de líderes que lucharon por la materialización de los ideales martianos. No hubo programa político, de organización o movimiento progresista en el cual no estuvieran presentes estos ideales y, por otra parte, los estudiantes universitarios escribieron heroicas páginas de lucha, tanto en la defensa de sus intereses, como en el apoyo a las demandas de los sectores oprimidos y progresistas.

El Asalto al Cuartel Moncada establece un nuevo carácter en esta etapa; sus participantes proclamaron no dejar morir al Apóstol en el año de su centenario. El alegato La Historia me Absolverá constituye el documento más martiano que se escribiera durante toda la neocolonia. Fidel recurre en varias ocasiones al legado del Apóstol, a la vez, la interpretación que hace de la realidad cubana y mundial y, sobre todo, la solución que propone al problema nacional está basada en el ideario martiano.

Con el triunfo de la Revolución el Primero de enero de 1959, la divulgación, estudio y realización de los ideales del Maestro en las universidades asume una nueva dimensión. Está en el programa de la Revolución materializar las aspiraciones del Apóstol y desarrollarlas en correspondencia con las necesidades y posibilidades del momento. Con lo que se inicia la sistematización del ideario del Maestro en la realización concreta de las tareas revolucionarias.

A partir de 1960 se inicia el proceso de universalización de la Educación Superior, con gratuidad de estudio, un amplio sistema de becas para los hijos de los campesinos y obreros, cursos de nivelación y para trabajadores.

En estos años se introduce el estudio del ideario de José Martí dentro de las carreras de ciencias sociales y humanísticas, fundamentalmente en las asignaturas Historia e Historia de la Pedagogía, en el caso de esta última que anteriormente solo se estudiaba en las escuelas de maestros normalistas.

Al incorporarse el acervo cultural más avanzado de los años 60 y 70 del mundo, se asumen acríticamente concepciones soviéticas que limitaron el estudio del pensamiento cubano y en especial el de José Martí.

El establecimiento de la enseñanza del Marxismo-leninismo a partir de 1975, limitó la enseñanza del ideario martiano en un breve período por varias razones, entre ellas: la insuficiente preparación de los docentes para aplicar metodologías científicas en la interpretación del pensamiento martiano y revelar que su esencia revolucionaria no entraba en contradicción con el marxismo. El resultado fue que muchos graduados en Historia, Filosofía, etcétera, no conocieron a Martí en su paso por nuestras universidades.

Si una de las conquistas de la Educación habían sido los Seminarios de Estudios Martianos, estos se redujeron considerablemente. En la Universidad de La Habana., gracias a la labor de Gonzalo de Quesada y Miranda, se mantuvieron. En 1972 se inicia un nuevo movimiento, dado a que en el Congreso Nacional de Educación y Cultura, realizado el año anterior, se acordó rescatar esta tradición en toda Cuba. El impulso mayor lo recibieron a partir del II Congreso de la FEU,  donde asumen un nuevo contenido y son denominados Seminario Juvenil de Estudios Martianos, un movimiento dirigido por la Unión de Jóvenes Comunistas para estimular el estudio y la investigación martiana de forma masiva.

A mediados de la década del 70 se crean universidades en las 14 provincias y en algunos municipios, lo que posibilita la incorporación masiva de los jóvenes a los estudios universitarios y que dichas universidades se dedicaran a la formación de profesionales en correspondencia con las necesidades de los territorios y las comunidades.

En la década del ochenta se inicia un movimiento de rescate de la educación martiana en todo el país, en las universidades se reorganizan y crean cátedras martianas en correspondencia con las exigencias de los nuevos tiempos. Aparecen en este orden las primeras en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Centro Universitario Hermanos Saíz de Pinar del Río, se revitaliza en la Universidad de La Habana y en la Universidad Central de Las Villas.

Al crearse la Sociedad Cultural José Martí, el 20 de octubre de 1995, anexa al Consejo de Estado y dirigida por el doctor Armando Hart Dávalos, como parte de la estrategia prevista para la educación del ideario martiano en la vida socio-cultural del país y la promoción a escala mundial, se contempla también la elaboración de programas en el ámbito de los diferentes organismos e instituciones, donde le correspondió al Ministerio de Educación Superior la proyección de este trabajo en las universidades, estableciéndose cuatro líneas fundamentales: docencia, superación, investigación y extensión universitaria.

La campaña realizada por Cintio Vitier con vista a impulsar la educación martiana en todos los niveles y la creación  del cuaderno “Martí en la universidad”, propicia la  realización de  acciones  para garantizar la educación martiana a través del trabajo con los textos martianos.

Con el nuevo siglo se da un proceso de profundización de la política de universalización de la Educación Superior en Cuba que lleva en sí los criterios pedagógicos, culturales y políticos de José Martí. La creación  de nuevas sedes y aulas universitarias en todos los municipios del país para garantizar continuidad de estudios (acceso, retención y graduación) de los egresados de los programas sociales, permitió que miles de jóvenes puedan contar con más oportunidades  para estudiar una carrera universitaria en su propia localidad, sin abandonar su puesto de trabajo o teniendo el estudio como empleo.

Este modelo pedagógico, martiano por esencia al defender la universidad nueva, tiene entre sus características ser flexible, estructurado, centrado en el estudiante, con actividades presenciales sistemáticas, asegura el reforzamiento positivo y mide la eficiencia a partir del progreso individual. Con condiciones para que cada estudiante avance ordenadamente, sin límites de tiempo para terminar sus estudios al ritmo que las circunstancias laborales y personales se lo permitan.

Los profesores son profesionales de la localidad que contribuyen a la formación de sus vecinos, a la vez que se ven estimulados a incrementar su preparación técnica y pedagógica, para lo cual se han organizado sistemas de cursos, maestrías y doctorados.

En estas universidades se crean condiciones para que personas de la tercera edad puedan realizar estudios, así también existen experiencias con reclusos para los que se han establecido aulas dentro de los centros penitenciarios y allí pueden estudiar una carrera universitaria o ser profesores de sus compañeros.

El proyecto de la universidad cubana actual se convierte en uno de los programas más importantes de la Revolución, sus resultados se ven por los cambios en las dinámicas de las comunidades al dar nuevas posibilidades y sentido de vida para todas las personas.

La universalización de la Educación Superior en Cuba ha tenido una gran aceptación en la población porque  el modelo  revela su esencia martiana al tener como rasgos:

- Universidad científica, tecnológica y humanista.

- Formación sobre la base del amplio perfil, con dos ideas rectoras fundamentales:

Unidad entre la educación y la instrucción.

Vinculación del estudio con el trabajo.

- Amplia cobertura de las necesidades de la educación de postgrado.

- Investigación e innovación tecnológica como elementos consustanciales de todo el quehacer  universitario.

- Vinculación con las comunidades y sus instituciones.

- Presente en todo el territorio nacional.

Con la creación de las Sedes Universitarias Municipales no solo se materializan los ideales de José Martí sobre la educación, allí también se realiza un importante movimiento martiano rectorado por las cátedras, con lo que se defiende la meta de mantener vivo en la conciencia universitaria los ideales del Apóstol, para:

Garantizar la libertad humana, -dejar a los espíritus su frescura genuina, - no desfigurar con el resultado de ajenos prejuicios las naturalezas (puras y) vírgenes, - ponerlas en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlas, ni impelerlas por una vía marcada- he ahí el único modo de poblar la tierra de una generación vigorosa y creadora que le falta [...] Urge libertar a los hombres de la tiranía, de la convención, que tuerce sus sentimientos, precipita sus sentidos y sobrecarga su inteligencia con un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso.- Este es uno de esos problemas misteriosos que ha de resolver la ciencia humana-.[4]



[1] José Martí: “La Escuela de Mecánica”. La América, Nueva York, septiembre de 1883. O. C., t. 8, p. 279.

[2] José Martí: “Bronson Alcott. El Platoniano”. O. C., t. 13, p. 189.

[3] "Las Cátedras Martianas en la Educación Superior: Una experiencia renovada". Patria. Cuaderno de la Cátedra Martiana de la Universidad de La Habana. Año 1 número 1, enero de 1988, p. 24.

[4] Martí, J: Libros. O. C., t. 18, p. 290.

 

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